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sábado, 2 de abril de 2016

El naufragio del SIEVX

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31



El SIEVX es uno de los más impactantes casos de irresponsabilidad frente a la población solicitante de asilo. Fue un naufragio en el que murieron ahogados 146 niños (tres de los cuales aparecen en esta primera fotografía) por la negativa de la marina australiana a dejarles cruzar la frontera marítima para que pudieran pedir asilo y también su negativa a ayudarles, pues dejaba pruebas de que habían denegado la solicitud.

SIEVX son las siglas de Suspected Illegal Entry Vessel X –Entrada Sospechosa Ilegal del Barco X-, identificador atribuido a un pequeño barco pesquero de 19,5 x 4 metros que había partido del puerto de Bandar Lampung en Indonesia el 18 de octubre de 2001 cargado con 421 pasajeros. Eran refugiados iraquís y afganos huyendo de la zona de guerra, a los que la policía indonesia permitió huir por sus puertos pero obligándoles a punta de pistola a aglomerarse en una embarcación cuya capacidad máxima era de 150 personas. El barco puso rumbo a Australia para solicitar asilo internacional, pero fue interceptado por patrulleras australianas que les impidieron el paso y no les prestaron ayuda alguna pese a la situación extrema que estaban sufriendo. El 19 de octubre a las tres de la tarde el barco naufragó en aguas internacionales sin habérsele permitido atravesar la frontera marítima australiana.
 
Perecieron 146 niños, 142 mujeres y 65 varones. Los pocos supervivientes tuvieron que esperar veinte horas a ser rescatados y quien lo hizo fue otro barco de pescadores, el Indah Jaya Makmur, comandado por el capitán Imam, que logró salvar a 44 náufragos. El 21 de octubre fue salvado el náufrago 45 por otro barco pesquero. Los supervivientes fueron devueltos a Jakarta, aunque se negaron a desembarcar hasta que asistieran agentes oficiales de las Naciones Unidas.

El 22 de octubre la CNN da por la tarde la primera noticia del naufragio pero no es hasta la mañana siguiente, el día 23, que la prensa australiana difunde la información. A lo largo del día, el primer ministro australiano, John Howard, niega que el desastre tenga relación alguna con Australia y asegura que sucedió en aguas indonesias.

En diciembre de ese mismo año aparecieron los primeros testimonios que revelaban el encuentro con las autoridades australianas y su responsabilidad por omisión en el naufragio. Dichos testimonios fueron ganando resonancia pública hasta que en febrero de 2002, cinco meses después del desastre, el Senado australiano preguntó al gobierno vagamente reclamando información acerca de un cierto incidente marítimo sucedido el año anterior. El gobierno australiano trató de encubrir lo sucedido mintiendo ante una comisión especial designada por el Senado para aclarar los hechos, fraude que se hizo evidente para la opinión pública en junio de 2002. Parte de la sociedad civil australiana, liderada por comunidades cristianas, se activó en protesta comenzando un movimiento de solidaridad con las víctimas que pedía responsabilidades del gobierno.

Entre las movilizaciones, la más perdurable  es la que reunió a más de 300 escuelas y grupos locales de todo el país para crear el SIEVX Memorial en Weston Park, Camberra, que atrae a miles de visitantes. Son 400 metros de postes en cada uno de los cuales está grabado el nombre de una víctima y una obra de arte en memoria de las víctimas del SIEVX. Se puede visitar el memorial virtualmente en http://www.sievxmemorial.com/.

El caso del SIEVX se convirtió ese verano de 2002 en una pesadilla que perseguiría al gobierno hasta su caída y que todavía no ha sido aclarado totalmente.


Consultar http://sievx.com/

lunes, 28 de marzo de 2016

Birds of No Nation, de Shamsia Hassani

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Hassani, Shamsia (2015) Birds of No Nation. Graffiti. Kabul.

En 2015, la artista afgana Shamsia Hassani creó una serie titulada Birds of No Nation. Las aves sin patria hace referencia a la masa de desplazados, refugiados, exiliados y emigrantes que a lo largo de estos años ha tenido que abandonar Afganistán en busca de una tierra segura donde sus familias puedan crecer. Hassani mira el fenómeno global de los refugiados como aves migratorias que están continuamente viajando atravesando fronteras sin tener un lugar que poder llamar patria, Shamsia se duele de los familiares y amigos de los que se ha separado. Ella misma sufrió esa experiencia cuando su familia se desplazó a Teherán, donde ella nació y vivió hasta los 16 años. Sabe de lo que habla.

La serie Birds of No Nation presenta a mujeres que contemplan una ciudad desde lo alto, con la perspectiva de esos pájaros siempre en movimiento a los que alude la serie. Las mujeres aparecen sentadas en una cornisa y mirando cabizbajas las estrechas calles cerradas por edificios altos y anodinos. Podría haber quien pensara que esa mujer corre riesgo de caerse o que, aún peor, estuviera pensando en el suicidio. Sin duda la serie quiere mostrar ese peligro. Son mujeres en riesgo, que no se asientan del todo sino que siempre están sobrevolando nostálgicas las ciudades a que han tenido que emigrar. No obstante, en contraste con las grises ciudades y también con el muro gris sobre el que está pintada, la mujer afgana exhibe colores vitales y alegres. En Hassani el color es fundamental: su proyecto es poner color allí donde hubo tragedia. Su recuerdo a la diáspora afgana por el mundo parece llamarla a que la belleza de su cultura y experiencia les ilumine y den luz allí donde estén. Por ahora, la luz del arte de Hassani eleva una llama que convoca al retorno a un Afganistán que ella quiere que sea más conocido por su arte que por su guerra.



Hassani, Shamsia (2016) Birds of No Nation, no.2. Spray y acrílico sobre lienzo. Los Angeles: Hammer Museum.

Hassani ha creado la serie Birds of No Nation para ser pintada como graffiti en las calles de Kabul y también para ser expuesta en formatos móviles. En este caso, el no.2 de la serie cuelga del patrimonio del Hammer Museum de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), donde la artista realizó una fructífera estancia en 2014. De nuevo la mujer aparece como protagonista de una sus obras. Suelen mostrar a mujeres solas, afirmativas, independientes, con su propia vida, alegres y bellas. Su actitud es expectante, con la concentración de la persona reflexiva, pacífica y decidida. El rostro sin boca habla a través del instrumento que toca, en este caso un enorme teclado. De nuevo el pelo suelto bajo la pañoleta y una indumentaria popular de su país. Shamsia no reniega de la tradición afgana sino que la muestra compatible con el desarrollo y libertad de la mujer. La artista critica abiertamente a quienes hacen una interpretación rigorista o manipuladora del Islam como contrario a la libertad de la mujer o incluso al arte moderno. 

De nuevo la perspectiva aérea de la ciudad, a vista de esos pájaros que son los exiliados y emigrantes que cruzan las fronteras del mundo en busca de un lugar de paz. El monumental teclado es un edificio más de esa ciudad. Los otros rascacielos no tienen teclas pero sí ventanas que parecen esperar ser tocadas para hacer emerger su melodía. En Hassani los edificios tienen un papel básico porque en ellos se pueden ver las heridas de la guerra y contemplándolos todos recuerdan la tragedia que lastra su vida común. Sin embargo, en este cuadro los rascacielos no pertenecen a la desmoronada Kabul sino a una ciudad próspera. En ella, emigrada o asilada, esa mujer toca la melodía nostálgica de quien se ha quedado sin nación. Pero a la vez expresa una voz propia, definida y clara, de mujer que es libre y creadora en cualquier lugar.



martes, 22 de marzo de 2016

Sorry for Europe

Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31


La imagen más movilizada del 22 de marzo de 2016 une las dos mayores tragedias de Europa: los atentados terroristas de Bruselas y el drama de los refugiados que huyen del terrorismo en Medio Oriente.

Fedja Grulovic, fotógrafo de la agencia Reuters, ha tomado una de las instantáneas más expresivas en el trágico día de los Atentados de Bruselas. Son imágenes de dos niños refugiados sirios concentrados en el campo de refugiados de Idomeni, Macedonia.

El primer niño tiene unos quince años y sostiene en lo alto un simple papel donde ha escrito con dos rotuladores “SORRY FOR Brussels”. Bajo las últimas cuatro letras ha pintado unas gotas de sangre que forman un charco rojo como los que se han visto en tantas fotos de los atentados. El brazo del niño está rodeado de un vendaje por una herida que se ha hecho y su sangre se ha filtrado y mancha parte de la venda. Es un chico herido por dentro y por fuera pero incluso en su pobreza y maltratado por los admirados europeos, su sentimiento ante los más de 30 muertos de Bruselas es de piedad.

El segundo niño es más pequeño, no tiene más de cinco o seis años, y se ha pintado en el cuerpo Sorry for Brussels (se equivocaron y le han escrito Brussles) con letras rojas. En la fotografía aparece desnudo de cintura para arriba, pantalón de chándal azul y botas de agua de un azul chillón. Levanta las manos para que el mundo vea su mensaje. Los dos niños refugiados de Idomeni son una de las mayores muestras de compasión que hemos visto en décadas.

Alrededor de los niños hay cientos de personas sentadas esperando que Europa decida qué hacer con ellos. Parados en el camino: igual que Europa. Europa también está detenida en medio del camino del progreso y como los refugiados, no sabe qué hacer. No puede hacer lo que le dice el corazón porque se tiene miedo a sí misma. Tiene más miedo a sus populismos emergentes que a los terroristas del Dáesh, pero emplea menos medios en contrarrestarlos. Europa parece que huye de sí misma pero en vez de ser concentrada en campos está concentrada en los centros comerciales.


Los niños refugiados de Idomeni dicen “Sorry for Brussels” pero deberían decir sobre todo “Sorry for Europe”. Por lo que os hacemos, por lo que no queremos hacer. Su piedad por nuestro continente es lo que salvaría a toda Europa.