sábado, 23 de abril de 2016

Gólgota de David Mach

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Mach, David (2011) Golgota. Colección Precious Light. www.davidmach.com

El escultor David Mach presentó en su exposición Precious Light (2011) la impactante escultura Crucifixión que hemos tenido la oportunidad de comentar. Ese estudio de la cruz sería la base para la que constituye una obra mayor de Mach, su Gólgota. La celebración del 400º aniversario de la Biblia del Rey Jacobo tenía como centro absoluto el Gólgota de David Mach. Tras haber sido mostrada en 2011 en Edimburgo, también fue instalada en 2016 en la Catedral de Chester para celebrar la Pascua. En el escenario de la catedral la belleza de la obra resalta todavía más, quizás por la dificultad de encajar su gran tamaño; no sitio para tamaño Gólgota en la catedral. No cabe. Y eso hace que no sea sólo una obra en la catedral sino una alteración.

El conjunto escultórico del Gólgota es concebido por Mach como tres grandes crucificados, memoria del Calvario evangélico. Los cuerpos superan los tres metros extendidos y los travesaños de las cruces no tienen menos de seis metros. Al contemplarlos aparecen como unos antiguos viejos gigantes, héroes o dioses pero no gloriosos, poderosos ni imponentes sino impotentes, depuestos, ejecutados. Si bien el Crucificado que realizó primero era un ejecutado rebelde que retorcía cuerpo y alma contra su tortura, en Gólgota los crucificados ya están muertos.

Además de la monumentalidad del tamaño, Mach vuelve a usar el recurso del reciclado de perchas. El reciclaje es una de las señas identitarias del arte que convive en las estas décadas de ascenso de la conciencia medioambiental en el mundo. Desde que Gaudí incorporó las baldosas rotas en su deslumbrante arquitectura, el uso de restos, residuos, objetos en desuso, deshechos y basura no ha cesado de crecer en el mundo del arte. En ocasiones como provocación frente a la opulencia de los nobles materiales y en otras como celebración de redención. La mayor parte es un modo de artesanía y el reciclaje en ocasiones también se convierte en un ejercicio de virtuosismo y sensacionalismo. Mach no es ajeno a esto último pero en este caso, sin duda el uso de materiales muertos –perchas desechadas- alcanza un especial significado. Al darle nueva vida y sublime belleza a las perchas, está adelantando una mirada a la resurrección de esos cuerpos que aún cuelgan de la cruz.

Asumimos en este estudio de Gólgota lo que previamente hemos comentado a propósito de las obra Crucifixión de Mach ya que el uso de perchas marca una expresividad común. La principal diferencia es el momento: la Crucifixión es la rabia y el clamor del cuerpo contra su injusta e inhumana muerte, mientras que en Gólgota “todo está cumplido” y los cuerpos están acabados y los hombres rendidos. Aunque acabados, no descansan sino que la violencia sigue emitiendo en su cuerpo a través de las decenas de antenas que salen de ellos. La segunda diferencia es la cruz. En su Crucifixión, Mach hace uso de una cruz tradicional: un poste cruzado por un travesaño en lo alto de donde tenderán a la víctima. En Gólgota, la forma de las cruces es uno de los efectos más potentes de la obra. Una tercera diferencia es la caracterización física de los protagonistas. En Crucifixión la cruz era tradicional pero el hombre tenía un aspecto contemporáneo: afeitado y pelo corto y más próximo al modelo clásico griego que a la convencional estampa de Jesús. Sin embargo en Gólgota son las cruces las que no son convencionales y el aspecto de los crucificados sigue la reconocible figuración de aquellos judíos del primer siglo de nuestra Era.

La violencia que despedían los ganchos de perchas estirados hasta el paroxismo, tiene otra lectura en Gólgota a pesar de ser el mismo recurso. La actitud del hombre transforma el significado de todo lo que le rodea. Jesús, Dimas y el segundo ladrón sin nombre cuelgan con todo su cuerpo brotado de líneas metálicas que salen de ellos como cactus. Los tres crucificados son cactus solitarios del desierto en el día en que todo el planeta Tierra se convirtió en el pelado monte del Calvario.

En Gólgota la colmena de varillas crea un áurea de esplendor, una metálica luminiscencia que otorga suspensión y una dramática resonancia al hecho. Podríamos decir que Mach recrea magistralmente el fenómeno del áurea que ya no es el típico nimbo coronando la cabeza sino una incandescencia que emite todo el cuerpo. Las ganchos vencidos de las perchas forman una capa de misterio en la que se puede entrar pero no sin riesgo y siempre con cuidado.

Además de reinterpretar la idea de áurea, la disposición de las tres cruces es un hallazgo muy innovador. No están en lo alto sino que son tres vigas cruzadas que sobre tres de sus extremos forman una encrucijada donde fueron clavados los tres hombres. Mach usó vigas para componer en su collage Natividad (2011) la chabola donde nació Cristo. Ahora las usa de nuevo para escenificar que bajo vigas nació y sobre vigas murió. En el seno de la catedral, las tres cruces son tres sillares olvidados o tres estrellas caídas del firmamento, tres flores cortadas, huesos pelados en donde aún brilla el alma con metálica claridad. Mach ha tomado la forma de las estrellas antitanques que los ejércitos plantan en tierra de nadie de cualquier guerra y parece que esos hombres fueran inmolados en esa batalla. Parecen árboles derribados con su “extraños frutos” colgando goyescos como expresión de lo más oscuro a lo que en el hombre se puede descender. Son cruces que no se elevan a lo alto sino que no se alejan de la tierra. Juntas forman el cuerpo derruido de un viejo astilleros de donde botaron las barcas de los pescadores. Da la sensación de que ruedan, quizás matorrales rodantes que el viento lleva por el desierto y que pese a perecer muertos son semilleros. Los cuerpos extendidos de los crucificados y los giros de los travesaños  también  acentúa la impresión de palas de molino en movimiento. Parece que los cuerpos están impulsando esas cruces para que no dejen de rodar por la larga carretera que es toda la historia.

Las vigas están huecas. Circula el vacío por dentro  de los maderos. Son cañones boquiabiertos al cielo. Quizás los cuerpos de los crucificados, más allá de su propia muerte, están sujetando tales fieras por su cuello para que no disparen más.

Jesucristo es el único de los tres que reposa medio tumbado sobre las vigas. Su cabeza ladeada dice que es ya un cadáver. Sus brazos extendidos son los de un crucificado pero a la vez se abren en un gran abrazo en el que cupo toda la realidad. Mientras que su cuerpo está ya vencido, las varillas en él se espigan vivas; de la carne brota un césped metálico de hierba resistente que no puede marchitarse. Es un cuerpo del que milagrosamente ha brotado todo lo que las raíces de la naturaleza piden para que esa carne de ocaso nutra nueva vida.

A la vez, quien esté familiarizado con la narración evangélica se preguntará cómo van a poder las manos de sus amigos descender ese cuerpo. Abrazar el cuerpo de es e Cristo crucificado es atravesarse uno mismo y unirse a él.

Dimas, “el buen ladrón”, parece más joven que el segundo. Su rostro está afeitado y u flequillo se divide pacífico sobre su frente. Brazos y piernas están estirados como si estuviera en plena ascensión al Cielo que le ha prometido su compañero de crucifixión.

En cambio el segundo ladrón sin nombre está en una postura que indica que está cayendo o salta al vacío. Su gesto muerto aún está iracundo, las cejas apretadas y el pelo forma un pico en lo alto de su frente. A diferencia de Dimas, sus manos están retorcidas en garra de rabia ante una muerte que ningún hombre debiera sufrir. El cuerpo de Dimas espera abierto y pacificado un abrazo mientras que el segundo ladrón es rapaz.


El sensacionalismo escultórico de Mach se pone en esta ocasión al servicio de un relato en el que busca nuevos alcances. Su expresionismo sabe conciliar su extravagancia para hacerla servir al estremecimiento y la reflexión. Quizás Gólgota sea la obra mayor de David Mach.

Léase el comentario sobre la Crucifixión de David Mach

martes, 19 de abril de 2016

La Crucifixión de David Mach

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Mach, David (2011) Crucifixion. Escultura con ganchos de percha. Colección Precious Light. www.davidmach.com

Una de las esculturas emblemáticas del artista escocés David Mach es la Crucifixión realizada en 2011 para su exposición Precious Light, con motivo del 400º aniversario de la publicación de la Biblia del Rey Jacobo. Sensacionalismo, espectacularidad, bizarrismo y populismo son palabras asociadas a esta obra y a ninguna renuncia Mach, quien sobre todo quiere llegar a la conciencia de la gente que nunca iría a una exposición de arte.

La Crucifixión de Mach comienza por la sensación gore de horror con que impacta en quien la contempla. Una explicación añadida le permitirá saber que las agujas están realizadas con perchas en desuso que fueron recicladas para componer esta obra. Nada formal delataría tal origen pero sabiéndolo se abren otros alcances.

El Cristo está desprovisto de las características convencionales de la imagen de Cristo: no hay barbas ni melena, no hay INRI ni la mansa entrega del Cordero. Por el contrario, es un crucificado en rebeldía que pone en garra sus manos del dolor clavado. El tema objetivo es la tortura. Quizás las crucifixiones tradicionalmente representadas liberan el acto de la violencia que se desata contra el condenado y Mach quiere mostrarnos lo que primariamente es la crucifixión: una torturante ejecución pública. El carácter público lo consigue atrayendo la atención: no pasa desapercibida, queda clavada en la retina. Aunque uno retire la mirada y encoja el estómago, la imagen queda colgada en el interior por la percha del sensacionalismo. Es un salvajismo y expresionismo bizarro que caracteriza a algunos escultores de su generación como el italiano Maurizio Cattelan, Damien Hirst u otros miembros de los Young British Artists -o Britart- surgidos del Goldsmith College of Art del Londres de  los 1990s.

La escultura de Mach se impone al espectador por su violencia y la épica rebeldía con que el crucificado grita su sufrimiento. “Quise que esta escultura fuera dramática. Es una escena épica y violenta. Convertí en barras los ganchos de las perchas para reflejar  eso y para mí capturan la agonía del momento”, declaró Mach (Chester Cathedral, 2016). Todo el cuerpo del crucificado se encuentra cubierto de decenas de ganchos y la primera impresión es que la corona de espinas no está rodeando la cabeza sino todo el cuerpo. Todo el cuerpo de este crucificado se ha convertido en un cuerpo de espinas. Es un paroxismo de las espinas, una brutal recepción del signo de las espinas en la crucifixión de Cristo.

El crucificado se convierte en un erizo en el que por cada poro es torturado. Forma un aurea metálica terrible que puede ser vista también como una onda expansiva del dolor que atraviesa. Son perchas y el crucificado no parece sólo colgado de la cruz sino de invisibles barras tensas ante él. Pero al ser perchas tampoco puede dejar de señalarse que el Cristo parece colgado de una gran percha que es el travesaño horizontal, como un traje olvidado al fondo del armario. De algún modo también es una verja erizada que retiene al crucificado enjaulado.

El grito se oye. La estatua es muda pero el alarido no deja de escucharse y lo hace por esa proyección de ganchos hacia los que le miren desde cualquier posición. Desde cualquier sitio, esta crucifixión es una herida sangrante de la humanidad. Nada ha quedado por herir. Son clavos que le sujetan desde toda dirección ya no sólo a las vigas de la cruz sino al aire, al mundo mismo. Los clavos parece que estén incluso hacia dentro de su carne golpeado desde todos lados. Los ganchos han sido estirados, no queda señal de la antigua forma en garfio: igual que el cuerpo del crucificado se estira, parece que cada gancho expresara el paroxismo de quien extrema su cuerpo. Son materia llevada a su extremo. Expresan la impotencia de no llegar más allá: el cuerpo trata de moverse, de expandirse, de liberarse, de salir de la cruz pero igual que el gancho estirado, no llega a más. Violencia quieta. Pese a su patético dinamismo, está detenida: la violencia no necesita el golpe para impactar, le basta el instante.

El crucificado está pintado con un tono metalizado: se le ha manipulado, endurecido, paralizado, esmaltado. Es un congelamiento metálico, fosilización acerada. El dolor aún vivo del hombre ha sido esculturizado y parece que Mach critique esa esculturización tan repetida que ha perdido el escándalo que supone. La estatua impone el dolor y antes que la compasión primariamente al miedo: el hombre sufriente es amenaza porque nosotros mismos le crucificamos. Se alegan razones pero ese hombre espinado se sale fuera de razones, es desmedidamente irracional, inaceptable por su excesivo dolor. Este Cristo pincha. Es una lluvia metálica que no cesa de manar.

Terrible crucificado que deja a todos incómodo, no permite una meditación confortable sino que obliga a la reacción y quizás la acción.
Referencias

viernes, 15 de abril de 2016

Poema con Damián de Molokai

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Un poema con Damián de Molokai

(Compuesto con palabras de las cartas de Damián de Molokai)

La lepra ha comenzado a extenderse 
Por nuestro archipiélago.
El gobierno se sintió obligado a excluir 
A todos los infectados.
Enviados todos a un rincón de la isla de Molokai
Como a un exilio perpetuo, 
Encerrados entre montañas infranqueables
Por un lado y por otro lado el mar.
Toda comunicación absolutamente prohibida
A no ser que uno se encerrara con ellos.
Mi mayor felicidad es servir en estos pobres rechazados
Por los demás hombres.
Procuro ser amigo de todos.
Me ha costado mucho acostumbrarme.
Ahora toda la repugnancia ha desaparecido.
No pretendo nada y quiero ceder en todo.

He estado conducido por no sé quién
A pequeñas cabañas,
Separadas del camino,
Para asistir a algún anciano
O a algún enfermo antes de morir.
¡Qué de miseria!
Miserias, tanto morales como físicas,
Me deshacen el corazón.
Ante todo, durante la tormenta
El corazón debe permanecer en paz.

No me reservo
Cuando se trata de ir a visitar enfermos
A siete u ocho leguas de distancia.
Aunque hay mucha pobreza y miseria,
Hay consuelos que yo nunca me había esperado,
Jamás olvidaré todo el bien que me han hecho.
En fin, ¿para qué ser ricos en el mundo?
Cuanto más desapegado estés,
Tanto más sentirás en el corazón.

¿Cómo llegar a tantas necesidades estando sólo?
¿Dónde voy a encontrar el dinero para los materiales?
¿Quién va a construir?
Pero ¿por qué llorar tanto?
Son los corazones los que deben ser ganados en primer lugar.
Consciente de que Dios no pide lo imposible,
Me lanzo con decisión a todo.
Dios no nos abandona nunca.
Hago todo lo que está en mis manos,
Pero ¿dónde están nuestros jóvenes de corazón
Generoso para venir a nuestro campo de batalla?
Rechazad toda duda, toda desconfianza y arrojaos.

“Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, 
sin sandalias, ¿os faltó alguna cosa?”
Yo tendría que responder: Nada, Señor.


martes, 12 de abril de 2016

El infierno de David Mach

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31




Mach, David (2011) Dublin Hell. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Paris Hell. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Disneyland Hell. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

La colección Precious Light del artista David Mach aborda el apocalipsis de juicio, cielo e infierno. Si el cielo de David Mach está dentro del tiempo y de cada estación, cuando piensa el infierno ve que se hace presente en muchos lugares de nuestro planeta. Mach reconoce los lugares de infierno en cada lugar. Al tratar el cielo lo comprendía como plenitud de la materia y desde el interior de la experiencia de tiempo. El infierno lo muestra en tres círculos que significan la plenitud de los tiempos o la atemporalidad, igual que había usado un círculo cuando abordó la Creación en su obra Adán y Eva. En la primera composición Dublin se convierte en un escenario infernal. El lugar de la segunda visión del infierno es París y la tercera sucede en Disneyland.

La primera visión infernal tiene lugar en el conocido Ha’penny Bridge de Dublin. Sobrevolado por siniestros cuervos bajo un cielo crepuscular que indica fin de tiempos, un gentío se encuentra sobre dicho puente y en las orillas del río Liffey que atraviesa. La escena presenta un río Liffey casi desbordado por una violenta traída. Numerosas urnas funerarias de loza blanca flotan en el agua y parece que a ellas quieren sujetarse un gran número de gente que bracea desesperado en la riada  que les arrastra. En el primer plano, algunas de ellas buscan agarrarse a una tumba que entera con su lápida flota en el agua. Los muertos parecen emerger a la vez que los vivos parecen destinados a ahogarse. Mucha más gente está cayendo al agua. En un lateral del río, un grupo de monjas enfermeras están entregando a las aguas lo que parece el cuerpo de un niño. Junto a ellas una mujer cuelga de la barandilla y alguien tira tanto de su pie para salvarse del río que va a provocar que ambos se ahoguen. A continuación varis personas arrojan féretros oscuros con destacadas cruces blancas. El Liffey arrastra bajo ellos a un cuantioso grupo de personas que tratan de no perecer. Los rostros de quienes ya están en el río son de extremo sufrimiento: ojos cerrados, bocas desencajadas, expresiones de paroxismo.

Pero si algo preside la composición Dublin Hell (2011) es el puente Ha’penny. Hay una multitud sobre él que violentamente arroja a otros al río aunque son todos los que parece que van a acabar sumergidos en sus aguas. Las barandillas del puente se rompen. Un hombre a la izquierda (del espectador) agoniza clavado en las barras rotas sobre las que ha sido arrojado. Bajo él se ha caído una ametralladora que ha quedado colgando de una de las barras vencidas.  A continuación, un hombre iracundo está arrojando un ataúd. Bajo él, desde el puente alguien echa un niño desnudo y a su lado otros han precipitado a una mujer en bikini. Varias personas son plasmadas en ese instante de caída desde el puente, algunas a su vez también armadas con pistolas. Es una guerra civil. Un niño ha arrojado al aire otro bebé desnudo para que lo devoren las embravecidas aguas del río. Hay quien ríe, otros se desesperan pero la mayoría participa en echar a los demás al abismo. Al comienzo del puente se da el mismo tipo de escenas: un gentío se precipita de espaldas a las aguas ante los empujes de sus convecinos.

Del río se eleva fuego y humo como si la lava estuviera entrando en contacto con las aguas, lo que muestra las entrañas del infierno que se va abrir bajo todos. Finalmente, una enigmática fémina en primer plano está en pie sobre una tumba, mueve rápidamente su cabellera de modo que salpica elegantemente una curva de agua y levanta la mano triunfante. Puede ser una figura demoníaca que celebra el triunfo de la muerte. Los ataúdes parecen antiguos y nos recuerdan las visiones flamencas sobre el juicio final.

El puente simboliza la unión de dos partes, la comunicación, la facilidad. Es un elemento temporal y en cierto modo frágil –se siente inquietud al cruzar un puente- que salva el río, que es más permanente y que permite que se le cruce. En este cuadro ha llegado el momento en que los puentes ya no cruzan, se ha roto literalmente el puente entre orillas y personas. Unos se vuelven contra los otros u apocalípticamente todo se está decidiendo entre vida y muerte. La población está enfebrecida de odio y s cometen las mayores brutalidades –el niño arrojando desde lo alto a las aguas a un bebé que probablemente es su hermano-. Mach nos habla de un mundo violento en el que unos arrojan a los otros pero es violencia provoca una espiral en la que finalmente es probable que nadie quede sobre el puente. El primer infierno de Mach es la destrucción de los puentes y el puente de la vida sobre la muerte.

Paris Hell (2011) es la segunda visión del infierno que hace David Mach en su colección Precious Light, para ilustrar la Biblia del Rey Jacobo por su 400º aniversario. Arde París bajo un cielo de nuevo crepuscular que indica el fin de los tiempos o al menos el fin de un tiempo. El cuadro circular nos sitúa bajo la Torre Eiffel, la cual también está siendo devorada por las llamas y está parcialmente derrumbándose. Bajo ella discurre parte del río Sena muy disminuido y convertido en un líquido sanguinolento que nos da noticia de la masacre en que se ha convertido la carne de la ciudad. En el río toman un baño dos personas: una se echa la sangre por a la cara y la otra persona, una mujer asiática, parece que lee el periódico o sostiene un objeto grande entre sus manos. EN una orilla dos mujeres son sodomizadas violentamente por dos varones: ellas gritan desesperadas y sus ropas han sido desgarradas. Cerca de ellas juega un niño y un hombre habla con indiferencia por teléfono móvil. Esos sujetos despreocupados ante enormes tragedias son frecuentes en los cuadros apocalípticos de Mach –como es el caso de las plagas-. Una mujer aborigen australiana espera sentada y un hombre de abrigo negro parece negociar con una joven india. Más a lo lejos se repiten otras violaciones mientras un hombre baña plácido sus piernas en la sangre. Tras todo este numeroso grupo hay altas llamas que queman vegetación y dos de las patas de la Torre Eiffel.

En la otra orilla del Sena hay un enorme basurero parcialmente ardiendo. Se eleva un oscuro humo. En primer plano hay un grupo de personas. Una se está quemando a lo bonzo ante la mirada de un niño africano desnudo. Junto a dicho niño hay el cadáver de un hombre. Y delante de ellos, un asiático derrama un ponzoñoso liquido sobre el cuerpo desnudo de un hombre que parece recibirlo resignado.

De nuevo, como en Dublin Hell, hay un río y lo que lo cruza –allí el piente Ha’penny y aquí la Torre Eiffel- está siendo destruido. El río embravecido de Dublin es, en París, un río ensagrentado y reducido como si el propio Sena fuese a morir. También hay violencia de unas personas contra otras: aquí especialmente resaltan esas sodomizaciones violentas contra mujeres en una de las orillas.  De nuevo Mach nos dice que dnode hay violencia hay infierno y se destruye la civilización.

En su tercer círculo sobre el infierno –anotemos la referencia formal a los círculos dantescos- Mach radicaliza las contradicciones y lleva la catástrofe a Disneylandia. El centro de Disneyland Hell (2011) lo ocupa el famoso castillo de princesas. Si vemos la parte superior de la composición nada parece que suceda. EL cielo está cubierto por nubes de diferentes tonalidades rosadas y numerosos globos se agitan ajenos al viento. Pero ya en el balcón principal, bajo el reloj, a lo lejos, se ve señales del desastre: variaos adultos están arrojando un niño al vacío, quien no suelta su globo de Micky Mouse. Bajo ese niño, donde él va a desplomarse, salen del castillo un grupo de encapuchados con indumentaria azul y capirote rojo. Podrían estar haciendo una referencia al Ku-Kux-Klan –antes que penitentes pascuales- porque ante ellos avanza un grupo de afros uno de los cuales levanta un antorcha en señal de destrucción. Un grupo de blancos desciendo huyendo unas escaleras. Ante ellos está la escena que el espectador tiene más cerca de sí.

Es una lucha a muerte. En primer plano hay un niño latinoamericano indígena que tiene una silla roja en sus manos y nos mira llorando. Ante él, de espaldas alguien descarga un bate de béisbol contra un hombre del Medio Oriente, a quien también otra persona le golpea con otro bate por la espalda. Ese hombre parece que quisiera alcanzar a una mujer árabe que yace en el suelo sobre un charco de sangre. La sangre que hay bajo su cabeza es una flor roja. Sobre ella, medio abrazada, una mujer del Sur de Asia llora desesperada. Parece que esa mujer ha sido víctima de los mismos que ahora golpean al hombre –quizás su familiar-. Al lado izquierdo de ese apaleamiento dos hombres fuerzan a una mujer para violarla. Está medio desnuda y uno trata de abrirle las piernas. Detrás de este primer plano unas personas que parecen monjes budistas pelean con machetes y otro hombre vestido con ropa invernal empuña un gran rife. Una niña de bañador rojo tiene un machete en su mano derecha con el que parece que va a sacrificar un cervatillo. Esas escenas forman la columna central de la composición. A un lado y otro se sucede una miríada de asesinatos sin piedad y por el suelo se extiende una gran mancha de sangre. Varias personas se columpian colgados de los pendones con los colores de Francia. Todo el suelo parece hielo y algunos de los cadáveres tienen el aspecto de las focas sacrificadas por los peleteros. Que suceda en Disneylandia expresa que “el país de los sueños” y la magia está amenazado de convertirse en el país de las pesadillas.

En sus infiernos, Mach denuncia la violencia global que se da y la indefensión de las víctimas. No son casos aislados sino que parte de nuestro mundo está siendo destruido y eso es un juicio –quizás no final- sobre el propio hombre y nuestro tiempo.

Otros comentarios sobre obras de David Mach:
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/03/la-creacion-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-arca-de-noe-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-torre-de-babel-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/03/el-polaris-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-escalera-de-jacob-segun-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/jonas-y-el-leviatan-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-plaga-de-ranas-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-plaga-de-langostas-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-plaga-del-ganado-por-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-natividad-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/jesus-anda-sobre-el-agua-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-via-crucis-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-resurreccion-segun-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-cielo-de-david-mach.html

Referencias

-              Website personal. www.davidmach.com

El cielo de David Mach

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31
  

Mach, David (2011) Athenas Heaven. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Istambul Heaven. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Pittsburgh Heaven. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Havana Heaven. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

El artista David Mach reimagina la idea de cielo e infierno en su colección Precious Light, realizada con ocasión del 400º aniversario de la primera impresión de la King James Bible. Su relectura del cielo la plasma en cuatro obras diferentes, enmarcadas en cuatro círculos correspondientes con las cuatro estaciones. De ese modo, el cielo aparece como la plenitud de las estaciones. Mientras que las estaciones son la más marcada manifestación del paso del tiempo, el cielo es lugar de eternidad. Al unir ambas ideas expone que el cielo es interno a las experiencias de tiempo: el tiempo es un modo de relacionarse con la eternidad. A su vez, el cielo no es un mundo distinto al que habitamos sino lo mejor de él. Cada estación es presentada en un escenario diferente. La primavera sucede en Atenas, el verano en Estambul, el otoño en Pittsburgh y el invierno en La Habana.

Athenas Heaven (2011) ofrece un círculo repleto de personas y naturaleza donde tanto unos como la otra están exultantes. Podría estar afirmando que el cielo es una primavera permanente. El campo hace brotar numerosas flores y las madres florecen en sus hijos. Es una exaltación de la familia, tal como muestran los niños que juegan con sus padres. La escena desarrolla un ambiente familiar campestre. La naturaleza verde lo rodea todo y quizás nos habla del retorno al Edén: ese Edén abraza el Partenón ateniense, donde ese templo es símbolo de la filosofía griega y de la razón filosófica en general. Blancas palomas y pompas de jabón cruzan su vuelo como si la gente estuviera arrojando bendiciones al río del cielo. Una anciana se columpia extasiada a la vez que un hombre afro la empuja con entusiasmo. Parece que también ella estuviera siendo lanzada al cielo. Una mujer se eleva al cielo con las manos en cruz, de espaldas al espectador mientras unos niños tiran flores también al cielo bajo ella. La composición es una elevación de la tierra a las flores, del útero al regazo y todo parece elevarse al cielo -palomas, burbujas, anciana, flores…- de forma pacífica, liviana y pura, ascendido por la alegría.

Istambul Heaven (2011) lleva el escenario a Turquía. Las torres de la Gran Mezquita apuntan al cielo entre el palmeral bajo cuyas copas se sienta numerosa gente en la playa. En la orilla, niños y jóvenes juegan rompiendo las olas de espuma. Disfrutan de la materia entregándose a su goce. En este caso, la espuma del mar se eleva por encima de los cuerpos y estalla en mil reflejos. Otras personas toman el Sol y contemplan a los niños. Otros niños juegan en la arena. Una pequeña aldea presidida por una sencilla iglesia de madera da idea de una vida simple y pacífica. Quizás el cielo ha sido pensado tradicionalmente como una estación estival, un verano pleno y eterno, donde todos se pueden dar integralmente al descanso y la jovialidad.

Pittsburgh Heaven (2011) encarna el cielo de otoño. El otoño es una estación intuitivamente menos asociada al cielo, que siempre es visto en clave primaveral o veraniega. Igual que un prado rodeaba Atenas y una playa se extendía en la costa de Estambul, en esta composición muestra un bosque tras cuyos árboles se deja ver la masa metropolitana de la llamada ciudad del acero. El bosque está esplendoroso con el masivo amarillo y rojo que cubre esas latitudes de América. Quizás el cielo es visto como plenitud de la belleza igual que un bosque alcanza su cénit cuando el otoño lo convierte en un esplendor de madurez. Nuevamente las personas juegan, esta vez con las hojas caídas, que son arrojadas al aire en otro movimiento de elevación exultante.

Finalmente, el invierno lleva a Mach a un lugar que generalmente no está asociado a tal estación, la Habana. En Havana Heaven (2011) Mach imagina un paisaje nevado en un tipo de bosque que tampoco es propio de la isla. Abre lugar a la maravilla con esa imagen que junta ambos polos climáticos: Cuba y la nieve. El cielo integra todas las diversidades en una experiencia de alegría, plenitud, éxtasis. Radiantes de alegría, las personas arrojan bolas de nieve en un juego en el que todos pueden tener parte.

Los cuatro collages comparten una idea de cielo lúdico donde la relación es un juego de goce y disfrute. El cielo de Mach es plenitud, exultación y éxtasis. Hay una exaltación de la materia –la hierba en primavera, las olas en verano, las hojas en otoño y la nieve en invierno- y un movimiento general de alegría y elevación –palomas, pompas, flores, espuma, hojas, nieve…-. La asunción de la mujer en el cielo de Atenas encarna bien esa experiencia en la que el cielo tiene estaciones pero ninguna pasa porque no deja de estar colmada. Es un cielo para todas las estaciones y todas las estaciones albergan el cielo.

Otros comentarios sobre obras de David Mach:
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/03/la-creacion-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-arca-de-noe-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/la-torre-de-babel-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/03/el-polaris-de-david-mach.html
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-              Website personal. www.davidmach.com

lunes, 11 de abril de 2016

La Resurrección según David Mach

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Mach, David (2011) Resurrection. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

La colección Precious Light del escultor David Mach (2011) contiene un collage sobre la resurrección de Cristo. Es una obra de coloración viva y atractiva, en la que la composición se acerca al mosaico en una amplia área. El cuadro presenta una escena que sucede en un pedregal y basurero que podrían también ser pequeñas bolsas de basura. Al fondo, unas montañas sin vegetación y un cielo de Sol abrasador. Una abundante caravana del desierto atraviesa el paraje, ante un hito de carácter religioso. En el pedregal y basurero hay una fosa cavada en la roca de arenisca naranja y roja. Dentro de ella un operario trabaja. Fuera sólo se ven dos pies en primer plano. Son dos pies gastados, con tobillos cansados y marcados por los caminos y el dolor. Tienen dos orificios y la sangre está exageradamente expresada. Los tobillos están rodeados por cuerdas de colores y varias telas tratan de vendar torpemente las heridas que dejaron los clavos en los pies de Cristo. Un pie está sobre el pedregal pisando basura, piedras azules, latas de cerveza, colillas, botellas y jeringuillas usadas por toxicómanos. El pie derecho del resucitado, cruzado por vendas amarillas, pisa ese mosaico de deshechos mientras que el izquierdo –con vendas blancas- pisa sobre una parte del basurero que ese ha transformado en césped con margaritas. Las mismas llagas de los pies del Cristo parecen dos flores. 

Otros comentarios sobre obras de David Mach:
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/03/la-creacion-de-david-mach.html
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-arca-de-noe-de-david-mach.html
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El Via Crucis de David Mach

Fernando Vidal
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Mach, David (2011) Via Crucis. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

El cuarto centenario de la King James Bible fue celebrado en Escocia con la celebración de una exposición concebida por el escultor David Mach y que recibió el nombre de Precious Light. Mediante 70 obras el artista hace una relectura de algunos de los principales pasajes bíblicos. La crucifixión es uno de ellos. Mach hace una singular plasmación del momento. Lleva a imagen el conjunto del Via Crucis o Camino de la Cruz, es decir, la secuencia que va desde la condena de Cristo (1ª) y la carga de la cruz (2ª) hasta que es sepultado (14ª). Una reforma de Juan Pablo II estableció diferentes contenidos para las estaciones y las extendió a 15. El Via Crucis consta, por tanto de 15 estaciones, donde las imágenes son presentadas bajo la insignia de una cruz. La composición de Mach presenta quince grandes cruces también, pero la representación está muy alejada de las visiones tradicionales. En primer lugar, porque presenta todas las acciones o estaciones juntas y componiendo una única escena. Segundo, porque el uso impropio que se hace de la señal de la cruz forma parte de las penalidades.

El escenario es la Catedral de San Pablo en Londres. En el cielo azul sobrevuelan varias palomas blancas resplandecientes, símbolos de la paz y el Espíritu Santo, mientras otras muchas están siendo liberadas para que emprendan vuelo. En la explanada hay una concentración de cientos de personas que participan en un masivo acto religioso. En primer plano y atrayendo la mirada de todos hay dos escenas rituales. La que está a la izquierda (del espectador) es la tomatina que se celebra en Buñol (región de Valencia, España), donde toneladas de tomates se arrojan entre los participantes y se forman ríos de tomate licuado. Es una fiesta criticada por muchos por el despilfarro de comida con un fin puramente lúdico bastante banal. Al lado de ese espacio de tomatina hay otra escena formalmente similar: es la celebración hindú de primavera. En ambas masas líquidas de color se hunden cruces y retozan personas.

Alrededor de esa doble mancha de color roja-naranja –sublimación de la sangre- están todas las cruces Comenzando por la izquierda (del espectador) nos encontramos una cadena de cruces. La primera cruz se corresponde con la estación en la que Cristo carga con su cruz. Es un sujeto embarrado y de cuerpo castigado al que no se le ve el rostro. Está a punto de entrar en la zona de tomatina donde unos sujetos caídos recuerdan la primera estación de caída. Mach no refleja literalmente la secuencia de estaciones pero nos encontramos referencias a ellas. Sobre un zócalo alzan una cruz a la que se abraza una mujer. En primer plano, un tejano enseña una cruz con una tradicional figura de Cristo en una mano y en la otra mano una muñeca clavada en otra cruz más ancha, bajo la cual hay un cartel antiabortista. La expresión del tejano puede estar representando para el artista el fanatismo o quizás el paroxismo. Es posible que Mach crea ver en este tipo de creyentes un perfil similar al de quienes condenaron al propio Cristo dentro del judaísmo oficial. En la mancha de la fiesta primaveral hindú hay varias cruces caídas, que de nuevo pueden acercarse a figurar las caídas de la cruz. A su lado, un hombre –quizás Simón de Cirene- carga con una cruz. Más atrás, otros se montan encima de una gran cruz blanca mientras otros tratan de descargarle el peso a quien la lleva. De una cruz desnuda cuelga una cuerda con la que van a levantar el cuerpo de Cristo al crucero para su ejecución. A la derecha del collage tres cruces en lo alto tienen tres cristos: pueden representar las tres cruces del Gólgota. Bajo esas tres cruces del Gólgota varias mujeres ríen.

Sobre el conjunto de la concentración vuelan confetis, lobos y papeles de colores como si se tratara de una fiesta. Hay expresiones de fanatismo y otras de éxtasis lúdico, algunos participantes parecen manifestantes políticos y otros sufrientes como quien abraza la cruz de las cuerdas. En su conjunto es un ambiente febril casi dionisíaco. Parece expresar que el Via Crucis tuvo una dimensión de fiesta y escarnio para muchos –quizás para los más que presenciaron ese calvario-.

En la composición no hay movimiento armónico sino que es estéticamente confuso y desagradable, una narrativa de la confusión, satírico y rozando el paroxismo y el patetismo. Es un Via Crucis en el que el escarnio tiene un papel principal, pero también el propio abuso de la cruz como signo forma parte del abuso contra la memoria de aquel Cristo. Es un collage incómodo, repleto de personajes como es característico de Mach. La muerte de Cristo es contemplada como un momento de máximo dolor, sacrificio o una injusticia, pero sobre todo Mach piensa que lamentablemente fue una brutal fiesta de ejecución pública impulsada por gente religiosa tan judía como Jesús.

Otros comentarios sobre obras de David Mach:
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Jesús anda sobre el agua, de David Mach

Fernando Vidal
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Mach, David (2011) Jesus Walking on Water. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

David Mach, autodefinido como persona no religiosa, se propuso explicar la Biblia como una narración universal para todos los lugares y épocas. Esa es la clave de su colección Precious Light. Eso es lo que le hace llevar el pasaje de Jesús caminando sobre las aguas a la actualidad y las aguas de Ciudad del Cabo cuyo perfil se ve recortado al fondo de la composición. Sobre un fondo coralino nos encontramos la ilustración del clásico relato.

Las aguas están alteradas y las olas amenazan con hacer volcar la embarcación que podemos contemplar en el cuadro. Al menos ocho tripulantes están a bordo, representando a los discípulos de Cristo. Están atribulados por la enorme ola que a la izquierda (del espectador) se abalanza contra ellos y barrerá la cubierta. El cielo está encapotado por nubes oscuras sobre el barco. En el lado en el que se inclina ya entra agua violentamente dentro. En el agua se encuentra un noveno personaje, tradicionalmente San Pedro, quien ha intentado sostenerse en pie sobre el agua valiéndose de sus propias fuerzas, fracasó y se hundió en el agua. En auxilio de todos ellos avanza un Cristo negro que camina sobre las olas. Interesante es, en el contexto sudafricano, el contraste entre el Cristo negro y todos los demás discípulos, que son blancos. Detrás de Cristo el cielo está libre de tormentas: trae la calma al mar y a los suyos.

La composición está divida en dos planos. Recordemos que generalmente las representaciones de este pasaje no muestran el mundo submarino. Mach lo hace. Primero colocando un resplandeciente filtrado del Sol justo bajo los pies de Cristo, lo cual le da una enorme intensidad al momento. Es un recurso delicado, inspirador y poderoso. Bajo la nave, en cambio, hay una densa zona de sombra que contrasta con el otro puto de luz. Así, el cuadro en realidad forma cuatro cuadrantes. En la derecha Cristo y a la izquierda la nave de los miedosos discípulos. Arriba la superficie y el cielo y debajo el mundo submarino. Casi en el punto medio se encuentra San Pedro, entre Cristo y la nave –que tradicionalmente representa la Iglesia- y entre los dos planos de superficie y profundidad.

En el plano submarino Mach recorta y recompone un intenso y vívido mundo de corales, peces, algas y leones marinos. Una serpiente marina nada por el fondo un paso por delante de Cristo. La transparencia y riqueza del fondo puede que esté hablando de la interioridad del propio Cristo, quien corre al auxilio de sus amigos una y otra vez. Es una obra llena de narratividad, sensorialidad y pureza. La original composición la convierte en una pieza que no necesita del efectismo y sensacionalismo de otras creaciones de Mach. En esta ocasión ofrece una impresión en la que habla de la solidaridad interracial y habla también de la dimensión de la maravilla.

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La Natividad de David Mach

Fernando Vidal
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Mach, David (2011) Nativity. Collage. Collection Precious Light. www.davidmach.com

El artista escocés David Mach asumió el desafío de ilustrar desde los parámetros modernos la Biblia del Rey Jacobo en su 400º aniversario. El resultado fue la celebración Precious Light, inaugurada en Edimburgo en 2011, tras tres años de producción artística. Empleó diferentes técnicas artísticas pero principalmente es una colección de esculturas y collages de gran formato. Mach trae al siglo global de nuestros días los remotos relatos bíblicos como es el caso de Adán y Eva, el Arca deNoé, la Torre de Babel, la Escalera de Jacob, Jonás o las plagas de las ranas, langostas o el ganado muerto. En esta obra de collage el autor muestra la Natividad, parte del Nuevo Testamento. El artista conoce bien el relato pues aunque no es una persona religiosa se educó en un entorno familiar y comunitario cristiano, así que esta representación cuenta con muchos de los elementos convencionales de los belenes tradicionales.

La Virgen María acaba de dar a luz y reposa desnuda de cintura para abajo con su cría al pecho. La imagen que recortó muestra aún los signos de gravidez. Está recostada en una cama convencional de gruesos soportes ornamentados, pero lo que la cubre es un caos. San José –blanco, rubio, con gafas y vestimenta occidental- trata de construir una chabola apresuradamente pues está anocheciendo. La caseta que trata de construir está ubicada en una escombrera de las afueras de una ciudad en la que podemos reconocer a Florencia por la cúpula de Santa Maria del Fiore y los puentes sobre el río Arno.

San José se afana en su precaria construcción. Posiblemente está aprovechando los restos de una antigua construcción que hicieron aprovechando dos viejos postes de electricidad. Un automóvil volcado ofrece protección por un lado a la madre. La puerta y bajos están cubiertos por una tela roja que proporcionan un apoyo más amable a la madre de Jesús. La cama está rodeada de escombros, restos de arbustos, paja, cuerdas, plásticos, detritos.  Un muñeco tirado yace bajo un corderito vivo. Prefigura la idea de Cristo cordero de Dios y la refuerza indicando que Jesús será u muñeco –inocente- roto, despreciado, abandonado por los suyos. Otro cordero está tras la trasera del automóvil y sobre éste dos pequeños gatos callejeros, uno blanco y otro negro, hacen la función del acompañamiento animal a la Sagrada Familia, recurso típico de cualquier Belén tradicional. El asno y el buey –animales de granja con alto valor- son sustituidos por dos gatos callejeros, sin hogar y mendigos, a la vez que tiernos e inocentes.

Subido a una escalera, San José trata de extender una lona sobre las vigas superiores para que ofrezcan techo a la familia. Los cruces de columnas y vigas configuran un complejo de cruces que traen a la conciencia el futuro del niño que acaba de ver la luz. La pobre madera del portal de Belén, la madera de la carpintería familiar y los maderos donde será crucificado forman un continuo de materia que va a acompañarle a lo largo de la vida. El suelo de la plataforma de la casa destruida está roto y sobre una de las vigas se puede distinguir una rata que se acerca al corderito y el muñeco. La amenaza de la cruz y la amenaza del mal ya acechan a esta Natividad.

Junto a tal desastre de familia sin hogar, hay una silla con una escoba apoyada. Indica una pobreza limpia y ordenada. En medio de la precariedad se cultiva la dignidad. En el suelo hay un rollo de papel higiénico, signo de civilización y limpieza también. La familia ha colgado de una viga algunos de sus enseres básicos como un cazón, un calcetín mojado o donde calentar leche. El aprovechamiento ilegal del tendido eléctrico permite tener luz que como dos velas enmarcan a ambos lados la maternidad de Cristo.

El descampado donde resiste aún parte del esqueleto de esa caseta está recorrido por un regato y hay un coche abandonado. Hay un letrero en el que posiblemente dice que está prohibido verter escombros. Se ven unas figuras lejanas. El primero es una cabra y tras ella un pastor semidesnudo cumple a función de visitante. Más a lo lejos siguiendo el tendido, hay tres figuras que podrían ser los tradicionales tres sabios de Oriente que buscaron y veneraron a Cristo nacido.

La composición es muy delicada. Es sorprendente la maestría que alcanza Mach en la creación de la luz valiéndose de collage, efecto mucho más difícil de conseguir que mediante pintura. Los planos de luz son diversos y forman una sede con una muy peculiar luminosidad.

Otros comentarios sobre obras de David Mach:
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-              Website personal. www.davidmach.com