¿Con quién
cruzamos nuestras manos?
Fernando Vidal, 21 de marzo de 2016
Twitter: @fervidal31
Sobre la escultura de Tony Matelli
(1995) Couple
A primera vista uno piensa en Sudán cuando ve esta escultura realizada por Matelli al comienzo de su carrera. Pero luego cuando examina los rostros encuentra rasgos indios en la niña y tal envejecimiento en la expresión del niño que podría ser de cualquier lugar. El artista hace que nos encontremos con ellos de frente. Ella mira hacia su compañero y aunque él mira para el espectador, tiene la mirada perdida, no nos devuelve la mirada. Ambos tienen expresiones gravemente tristes. Sus cuerpos están mórbidamente enflaquecidos, los vientres hinchados, los ombligos dados la vuelta y las extremidades convertidas en palos de marioneta. El niño sujeta con su mano izquierda un palo que podría ser un tercer tramo de su brazo.
El cráneo del niño carece ya de ningún asomo
de pelo y deja ver la gran bóveda que alberga el cerebro; la cabeza suspendida en
el aire como un globo por su delgado cuello.
Los niños son toda una vida que
cuelga de un hilo, del delgado hilo de su cuerpo sometido al hambre.
Hecha en resina epoxi, su realismo nos lleva
una y otra vez a olvidarnos que es una escultura. Sus 55 cm de altura nos hacen imaginar perfectamente que
realmente esa pareja de niños está ante nosotros. Posiblemente dos hermanos,
se dan la mano. No las aprietas sino que ponen una sobre la otra, sin forzar,
formando un aspa. Están quietos, en pie, pero no es difícil pensar que si nadie
lo evita estarán en la misma exacta posición cuando les entierren. Es una
escultura dura pero que no reprocha
directamente –las figuras no te ven a la cara-, sino simplemente deja ver
la realidad crudamente.
Recordemos que en 1994, mientras Matelli
realizaba esta escultura, la crisis de hambruna provocada por la guerra en
Sudán llegó a su punto más agudo. La célebre fotografía de Kevin Carter a un
niño famélico acechado por un buitre se ha convertido en una leyenda y
dramático retrato del mundo al final del siglo XX. Martelli se sumó a esa
denuncia y reflexión con una obra perdurable que no cesa de llamar a nuestras puertas –que al abrirse se encuentran una
y otra vez con esos dos niños que no piden nada, que no dicen nada, que no te
desafían con la mirada sino simplemente se
presentan con lo que son y no les dejarán ser.
La dureza de la escultura consiste también en
que es observable. Es posible rodearla, examinarla, estudiarla. Siente uno el estremecimiento de poder hallarse ante
la obra de un taxidermista. Y es que en el hiperrealismo escultórico que ha
caracterizado al arte desde mediados de los 1970s (la galerista Isy Brachot organizó
en 1973 una exposición bajo dicho nombre en Bruselas) ha tenido mucho de
simulacro y ambigüedad de taxidermismo.
Uno da vueltas como observador alrededor de
la pareja y no se siente un mero espectador de una obra de arte sino es fácil
sentir que ellos son reales y que tú meramente los miras con sórdida
curiosidad. Es la postura del televidente que examina mórbidamente a las
víctimas, el dolor, el mal, el destrozo de lo humano. Te das cuenta entonces
que Couple
no habla de esos dos niños sino sobre todo de ti, de tu situación respecto
a ellos, tu distancia, tu actitud, tu reacción ante el drama de las guerras,
las hambres y el mal que rompe los cuerpos de los más niños. Matelli logra
traer corporalmente a nuestra presencia esa tragedia que la inmensa mayoría de
la humanidad vio horrorizada por televisión. Las pantallas llevaron la brutal hambruna
y la indignación a millones de hogares y eso alzó numerosas iniciativas y
movilizó a las naciones y agencias mundiales para hallar una solución. Pero a
la vez la pantalla también permitía y una separación con esa realidad. Toda pantalla tiene también la función de salvapantallas
para que el espectador no se afecte demasiado. Matelli hace lo contrario.
En las pantallas se muestran seres humanos reales a los que se puede reducir a
figurantes mientras que en su obra Couple,
la escultura muestra figuras artísticas que se expanden ante nosotros como
seres humanos reales.
La pareja se da la mano ante ti y parece
preguntarnos qué hacemos nosotros con nuestras manos. ¿A quién damos nosotros la mano cuando nos encontramos con esta
tragedia? ¿Qué hacemos con las manos? ¿Con quién las cruzamos? ¿O
cerraremos la puerta otra vez?
Fuente de las imágenes:
Matelli,
Tony (1995) Couple. http://www.tonymatelli.com/couple.html
Sobre Tony Matelli
Tony Matelli (Chicago, 1971)
es un artista visual estadounidense que especialmente destaca por sus
esculturas. Su carrera pública comienza en 1994 con una obra conceptual
titulada “La búsqueda de mi alma ha dado finalmente su fruto” (“My Soul
Searching Has Finally Paid Off!”) y que consistía en una vieja y usada caja de
cartón vacía abierta de par en par. El fruto de la búsqueda era ambiguo: o no
había nada que buscar o al abrir el alma todo había salido afuera. Esto último
era coherente con la sucesiva aparición de potentes imágenes que iba a ir
presentándonos en los siguientes años. El inicio está marcado por un acentuado
compromiso social.
El año siguiente comienza el
desfile de figuras que le han hecho célebre. En este caso, la obra, realizada
en resina epoxi, se titula “Couple” (1995). Del mismo año es otra pareja
también producida en resina epoxi, titulada “Seals”. Sobre una mancha de negro
petróleo –en la que yacen varios peces muertos-una foca trata de salvar a su
cría cubierta de chapapote. Destaca de ese mismo año una composición de mínúsculo tamaño y enorme título, “Europe is a
Vast and Desolated Wasteland”. Era una escultura (de papel, cable y pintura) en
la que al pie de una decadente columna cilíndrica sobrevivía un florido diente
de león amarillo, quizás último reflejo de las grandilocuentes estrellas de la
bandera europea.
Desde entonces, Martelli ha
ido creando un sólido imaginario sobre la pobreza, vulnerabilidad y abandono
del ser humano y del propio artista.
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