Adolfo Serra, 2011: Caperucita
Roja. Madrid: Narval Editores.
Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31
Tres reflexiones sobre Caperucita Roja coincidieron en 2011 en el
escaparate cultural. Un libro infantil de ilustraciones de Adolfo Serra
en la Editorial Narval (ver su recensión en la revista Babar http://revistababar.com/wp/?p=2879), un
precioso libro de la editorial Nórdica con los textos clásicos de Caperucita
(Perrault, Los Grimm y Tieck, con aportaciones de varios ilustradores: ved el
video promocional del libro en http://www.nordicalibros.com/index.php?video=ayfZy0_NykE)
y la película Red Riding Hood, que
versiona el mito (con bajo vuelo) bajo la dirección de Catherine Hardwicke
(mirad el trailer en la web oficial de la película: http://redridinghood.warnerbros.com/dvd/).
Caperucita Roja es una figura relevante del imaginario social. La
tragedia de las niñas de Caser y Anabel Segura, la violencia de género, la
pederastia, Strauss-Kohn (el lobo poderoso que seduce y devora por igual a
jóvenes rojos y proletarias incautas), etc. hacen que Caperucita esté más
encarnada que nunca. Pero hace falta darle otra vuelta al mito, enriquecerlo
con mayor vuelo. Por ahora siguen juntándose materiales que van enriqueciendo
el grosor del estrato actual del mito. Animamos a incorporarlos a la lenta
digestión de Caperucita. Especialmente destacamos a Adolfo Serra, quien dibuja
un libro mudo donde sólo hablan las imágenes. La secuencia sigue la versión de
Los Grimm, con el leñador que salva abriendo el vientre del lobo, pero hay
hallazgos muy interesantes en su propuesta.
Adolfo Serra (Teruel, 1980), licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas,
estudió en la Escuela de Arte Número Diez (http://www.artediez.es/)
y ha madurado una carrera artística y literaria dedicada a la ilustración, vinculada
a Narval Editores (http://www.narvaleditores.com/autores.html).
Su versión de Caperucita Roja añade dos detalles muy sugerentes. Primero, el
Lobo, neurotizado por todo lo rojo y el bosque, es presentado como la propia piel
del lobo. El lobo es bosque y, segundo, también es camino a casa de la
Abuelita.
Respecto a lo primero, el lobo es presentado en una ilustración panorámica
del libro en una danza de muerte con una mariposa roja. La atracción del Lobo
por lo rojo es la que siente por su propio fuero interno, al que quiere
incorporar todo lo que es idéntico a él. El Lobo ansía el dominio. No mata por
hambre sino por placer y experimenta esa caza como baile, juego, creación. El
Lobo quiere comerse todos los corazones del mundo, ocultarlos bajo su hirsuta
capa oscura. Sin dulcificaciones, Lobo encarna la cultura de muerte.
La ilustración de Adolfo Serra enfatiza al lobo como ser de pelo. El pelo
marca la musculación, no la oculta y sus líneas van expresando el ánimo e
intención del animal. Es un libro en rojo y negro. En la panorámica de la danza
del lobo y la mariposa, aparecen la mariposa y la lengua en un diálogo rojo.
Especialmente en el tercer movimiento, la lengua del lobo trata de tocar a la
mariposa, sabe que su simple tacto paralizará y pudrirá su ala al instante. Ese
dibujo de la mariposa es la única palabra que aparece en toda la narración: es
una sílaba alada, una palabra poética que sigue su danza de un día fecundando
el bosque para que brillen nuevas crisálidas. El lobo devora la palabra
temprana, la mete en su boca y la traga. Es la antiBiblia: absorbe palabas para
enmudecerlas. El Lobo quiere un mundo mudo: mudo es también el relato que
cuenta la historia en esta ocasión.
Los ojos naranja del lobo: el iris cubre todo el globo ocular de la bestia.
Está inyectado en brasa. Adolfo Serra reflexiona sobre el mal. Está ahí,
existe, es corpóreo y tiene hambre. Cuidado todos los poemas en su vuelo, no se
dejen pronunciar por lobos perversos.
Hay que fijar la vista y pronto encontraréis a Caperucita Roja avanzando
por el lomo de Lobo. La pelambrera de Lobo se eriza en forma de árboles. El bosque
es Lobo. La Caperucita de Adolfo Serra es pequeña, redonda, como dos guijarros
que avanzan lentamente llevando una cestita de arena cocida a su lado. El
verdadero protagonista de esta historia es Lobo, quien no sólo es un personaje
que simboliza el mal sino que nos habla de cómo el Mal se convierte en paisaje.
Como un reguerito de pasión, Caperucita recorre el verdadero cuerpo del delito.
El bosque ya no aparece como un lugar peligroso en el que a las niñas incautas
pueden ser víctimas de desaprensivos; no, ahora el bosque ha sido tomado por el
mal. No sólo ha sido tomado por el mal sino que el Mal ha hecho que su propio
cuerpo sea el bosque. Nos habla de una sociedad en la que se han oscurecido
algunas zonas de peligro: espacios públicos que han sido privatizados por los
mafiosos del Mal. El bosque ya no es terreno disputado sino tierra dejada al
pasto de la bestia. En la que es posible la redención por el héroe y de ahí la
elección de la versión Grimm de la historia. Serra hace un terrible diagnóstico
del mundo que habita Caperucita y llama al compromiso de la redención.
Pero la labor salvadora del leñador no es una mera incursión. El leñador se faja por detener el incendio del mal, lucha cabello a cabello con el bosque del Lobo. Y para la redención tiene que abrir el cuerpo del Mal, el vientre del bosque, meter sus manos en las entrañas del Mal, que es parte residente de la condición humana. La seriedad de Serra en esta Caperucita es terrible. Apto para niños pero sincero con todos.
Cuando Lobo es un camino
Queremos
resaltar otra aportación de la Caperucita de Adolfo Serra. Lobo no sólo es
bosque sino que es camino. El cuerpo de Lobo va estrechándose y su cola acaba
convirtiéndose en camino que entra por la puerta del caserío de la Abuelita, la
llena con su pelambrera, prende fuego en su interior y, ¡gran intuición!, el
final de la cola del lobo sale como humo por la chimenea. Caperucita va perdida
por la cola-camino de Lobo. Al seguir el Camino del Lobo todo acaba
convirtiéndose en humo aunque comience guiado por una aparentemente justa
venganza. El camino de la violencia quema todo convirtiéndolo en humo, incluida
la mano que prenda la mecha e incluida al final la propia violencia.
Os animamos a visitar el blog de Adolfo Serra: http://adolfoserra.blogspot.com/
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