lunes, 21 de marzo de 2016

La Caperucita Roja de Serra

Adolfo Serra, 2011: Caperucita Roja. Madrid: Narval Editores.

Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31

Tres reflexiones sobre Caperucita Roja coincidieron en 2011 en el escaparate cultural. Un libro infantil de ilustraciones de Adolfo Serra en la Editorial Narval (ver su recensión en la revista Babar http://revistababar.com/wp/?p=2879), un precioso libro de la editorial Nórdica con los textos clásicos de Caperucita (Perrault, Los Grimm y Tieck, con aportaciones de varios ilustradores: ved el video promocional del libro en http://www.nordicalibros.com/index.php?video=ayfZy0_NykE) y la película Red Riding Hood, que versiona el mito (con bajo vuelo) bajo la dirección de Catherine Hardwicke (mirad el trailer en la web oficial de la película: http://redridinghood.warnerbros.com/dvd/).

Caperucita Roja es una figura relevante del imaginario social. La tragedia de las niñas de Caser y Anabel Segura, la violencia de género, la pederastia, Strauss-Kohn (el lobo poderoso que seduce y devora por igual a jóvenes rojos y proletarias incautas), etc. hacen que Caperucita esté más encarnada que nunca. Pero hace falta darle otra vuelta al mito, enriquecerlo con mayor vuelo. Por ahora siguen juntándose materiales que van enriqueciendo el grosor del estrato actual del mito. Animamos a incorporarlos a la lenta digestión de Caperucita. Especialmente destacamos a Adolfo Serra, quien dibuja un libro mudo donde sólo hablan las imágenes. La secuencia sigue la versión de Los Grimm, con el leñador que salva abriendo el vientre del lobo, pero hay hallazgos muy interesantes en su propuesta.

Adolfo Serra (Teruel, 1980), licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, estudió en la Escuela de Arte Número Diez (http://www.artediez.es/) y ha madurado una carrera artística y literaria dedicada a la ilustración, vinculada a Narval Editores (http://www.narvaleditores.com/autores.html). Su versión de Caperucita Roja añade dos detalles muy sugerentes. Primero, el Lobo, neurotizado por todo lo rojo y el bosque, es presentado como la propia piel del lobo. El lobo es bosque y, segundo, también es camino a casa de la Abuelita.

Respecto a lo primero, el lobo es presentado en una ilustración panorámica del libro en una danza de muerte con una mariposa roja. La atracción del Lobo por lo rojo es la que siente por su propio fuero interno, al que quiere incorporar todo lo que es idéntico a él. El Lobo ansía el dominio. No mata por hambre sino por placer y experimenta esa caza como baile, juego, creación. El Lobo quiere comerse todos los corazones del mundo, ocultarlos bajo su hirsuta capa oscura. Sin dulcificaciones, Lobo encarna la cultura de muerte.

La ilustración de Adolfo Serra enfatiza al lobo como ser de pelo. El pelo marca la musculación, no la oculta y sus líneas van expresando el ánimo e intención del animal. Es un libro en rojo y negro. En la panorámica de la danza del lobo y la mariposa, aparecen la mariposa y la lengua en un diálogo rojo. Especialmente en el tercer movimiento, la lengua del lobo trata de tocar a la mariposa, sabe que su simple tacto paralizará y pudrirá su ala al instante. Ese dibujo de la mariposa es la única palabra que aparece en toda la narración: es una sílaba alada, una palabra poética que sigue su danza de un día fecundando el bosque para que brillen nuevas crisálidas. El lobo devora la palabra temprana, la mete en su boca y la traga. Es la antiBiblia: absorbe palabas para enmudecerlas. El Lobo quiere un mundo mudo: mudo es también el relato que cuenta la historia en esta ocasión.

Los ojos naranja del lobo: el iris cubre todo el globo ocular de la bestia. Está inyectado en brasa. Adolfo Serra reflexiona sobre el mal. Está ahí, existe, es corpóreo y tiene hambre. Cuidado todos los poemas en su vuelo, no se dejen pronunciar por lobos perversos.

Hay que fijar la vista y pronto encontraréis a Caperucita Roja avanzando por el lomo de Lobo. La pelambrera de Lobo se eriza en forma de árboles. El bosque es Lobo. La Caperucita de Adolfo Serra es pequeña, redonda, como dos guijarros que avanzan lentamente llevando una cestita de arena cocida a su lado. El verdadero protagonista de esta historia es Lobo, quien no sólo es un personaje que simboliza el mal sino que nos habla de cómo el Mal se convierte en paisaje. Como un reguerito de pasión, Caperucita recorre el verdadero cuerpo del delito. El bosque ya no aparece como un lugar peligroso en el que a las niñas incautas pueden ser víctimas de desaprensivos; no, ahora el bosque ha sido tomado por el mal. No sólo ha sido tomado por el mal sino que el Mal ha hecho que su propio cuerpo sea el bosque. Nos habla de una sociedad en la que se han oscurecido algunas zonas de peligro: espacios públicos que han sido privatizados por los mafiosos del Mal. El bosque ya no es terreno disputado sino tierra dejada al pasto de la bestia. En la que es posible la redención por el héroe y de ahí la elección de la versión Grimm de la historia. Serra hace un terrible diagnóstico del mundo que habita Caperucita y llama al compromiso de la redención.

Pero la labor salvadora del leñador no es una mera incursión. El leñador se faja por detener el incendio del mal, lucha cabello a cabello con el bosque del Lobo. Y para la redención tiene que abrir el cuerpo del Mal, el vientre del bosque, meter sus manos en las entrañas del Mal, que es parte residente de la condición humana. La seriedad de Serra en esta Caperucita es terrible. Apto para niños pero sincero con todos.

Cuando Lobo es un camino
 
Queremos resaltar otra aportación de la Caperucita de Adolfo Serra. Lobo no sólo es bosque sino que es camino. El cuerpo de Lobo va estrechándose y su cola acaba convirtiéndose en camino que entra por la puerta del caserío de la Abuelita, la llena con su pelambrera, prende fuego en su interior y, ¡gran intuición!, el final de la cola del lobo sale como humo por la chimenea. Caperucita va perdida por la cola-camino de Lobo. Al seguir el Camino del Lobo todo acaba convirtiéndose en humo aunque comience guiado por una aparentemente justa venganza. El camino de la violencia quema todo convirtiéndolo en humo, incluida la mano que prenda la mecha e incluida al final la propia violencia.


Os animamos a visitar el blog de Adolfo Serra: http://adolfoserra.blogspot.com/

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