lunes, 28 de marzo de 2016

No piséis las flores

Fernando Vidal, 28 de marzo de 2016
Twitter: @fervidal31




Pocas veces habíamos visto una imagen igual: pisotear las flores y velas puestas en memoria de las víctimas de un atentado. Sin embargo pudimos ver cómo el 27 de marzo se hacía con total impunidad en Bruselas ante la estupefacción de quienes acudían a rendir tributo a los muertos del Atentado del 22 de marzo en la Plaza de La Bourse.

200 neonazis irrumpieron en las celebraciones que el Domingo de Resurrección convocaron a miles de ciudadanos para solidarizarse con quienes perdieron sus vidas en los atentados del Dáesh en la capital de Europa. No se cubrieron los rostros como en otras muchas ocasiones sino que lo hicieron a cara descubierta. A gritos rompieron el silencio y recogimiento de quienes habían cubierto la plaza con velas rojas y ramos de flores. La policía belga les rodeó y trató de dispersarlos con cañones de agua, pero un grupo logró introducirse en el centro de la celebración e interpretó su macabra danza de aplastar las flores y cegar las llamas de las velas.

El hecho reviste una especial gravedad. Los rostros de los ultraderechistas irradiaba todas las palabras del odio: ira, violencia, destrucción, salvajismo, desmedida... Pero podríamos preguntarnos por qué actúan contra las víctimas, por qué rompen sus flores. Los neonazis quisieron romper la respuesta que Europa está teniendo al Dáesh. Expresaron su odio contra una Europa que se dedica a llorar. Gritaron con rabia contra los familiares y ciudadanos que en vez de reaccionar violentamente, celebran un memorial de respeto, compasión, solidaridad. Los neonazis quieren que se aplique sin consideración la vieja doctrina de la Acción Directa: destrucción indiscriminada de un chivo expiatorio.

Pero pisar las flores no es sólo una denuncia de un tipo de respuesta o política contra el Dáesh. No sólo es una reivindicación de a xenofobia, racismo o islamofobia. Es el más expresivo desprecio de la compasión, la contención y la paz. Profanar a los muertos asesinados por el Dáesh es unirse al Dáesh. Los neonazis admiran los métodos del Dáesh, su determinación y desmedida: son Dáesh pero de signo ideológico distinto -y no tan distinto-. Los neonazis no quieren una Europa con alma y corazón sino con botas y puños. En una Europa sin alma crecen como flores del mal.

Los neonazis bailaron sobre las tumbas de las víctimas haciendo vivir aquella idea de Hegel que legitimaba que se pisaran algunas margaritas con tal de hacer cumplir el destino. Ya vimos crecer el Dáesh ante la pasividad de Occidente; no dejemos crecer al nuevo Dáesh neonazi en nuestro interior.


Foto: Adam Berry/Getty Image
Más información en:
http://www.theguardian.com/world/2016/mar/27/water-cannon-used-anti-immigrant-protesters-brussels





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