lunes, 28 de marzo de 2016

La mujer desenterrada, de Shamsia Hassani

Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31


Hassani, Shamsia (2014) My first 3D graffiti in Afghanistan. Kabul.

En 2014 se pintó el primer graffiti en tres dimensiones en una calle de Afganistán y la creadora fue la joven artista Shamsia Hassani. La imagen que ella misma facilita en su Facebook muestra a un niño que detiene su bicicleta para mirar la imagen entre la extrañeza y cierto temor. La imagen es un manifiesto feminista en medio de un Afganistán que en 2011 alcanzó el triste título de peor sociedad para la vida de las mujeres.

La obra crea la ilusión de un socavón en la calzada. De él emerge una mujer con vestido afgano tradicional y pañoleta rosa que deja salir libre al aire tanto la coleta como un largo mechón de la frente. La artista presenta la belleza de la pañoleta con la libertad de la mujer que deja su pelo libre. Aparece la mujer de perfil, sin nariz ni boca dibujadas: un simple rostro de ojos cerrados que expresan paz y concentración. La mujer saca medio cuerpo del socavón y toca su instrumento pero no parece interpretar música para nadie en particular sino que ella misma disfruta de la melodía. No está al servicio de nadie sino que es afirmación de sí misma y demostración de su capacidad y libertad para disfrutar. A su vez, por su concentración parece estar expresando algo profundo de ella, algo que surge de sus adentros y quiere tener voz propia.

La mujer en el socavón parece salir y quizás ha sido la belleza, autenticidad y fuerza de su música la que ha roto la dura calzada. La mujer encerrada rompe su cautiverio para ser libre y la belleza -Hassani ha insistido mucho en la capacidad transformadora y liberadora del arte- le abre paso y sale al paso de quien como ese niño de la bicicleta debe crear una sociedad más igualitaria para hombres y mujeres.

Pero esa imagen de la afgana en el socavón también recuerda tantas imágenes de mujeres que enterradas hasta la cintura han sido dilapidadas para ejecutar una sentencia de muerte que ha caído sobre ellas brutalmente y por condenas que castigaban la libertad de expresión. La mujer que es enterrada para ser apedreada se relaciona con la mujer liberadora que sale de la tierra para pisar las calles de Kabul para no volver a ser enterrada en vida nunca más.

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