jueves, 31 de marzo de 2016

El Polaris de David Mach

Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31



Mach, David (1983) Polaris. Instalación temporal. Londres. edgardaily.com

El escultor David Mach comenzó su carrera pública como artista con una obra que suscitó una turbulenta polémica cultural y política. La Hayward Gallery organizó una gran exposición bajo el nombre British Sculpture 83. Se mostraba ya la semilla de lo que iba a ser la gran renovación artística británica de la escultura de final del siglo XX, envuelta en un espíritu de provocación. Pero ninguna obra fue tan provocativa (Cork, 2002: p.12) como la que David Mach expuso al aire libre en los exteriores de la Hayward Gallery, en un puente sobre el río Támesis. Su nombre era Polaris y era una obra de fuerte contenido político y pacifista.

El UGM-27 Polaris es un misil que transportaba cabezas nucleares, creado por Estados Unidos para ser instalado en submarinos. En el contexto de la estrecha relación entre Margaret Thatcher y Ronald Reagan, fueron instalados en submarinos británicos hasta mediados de los años 1990s. David Mach se une a la indignación de millones de ciudadanos en desacuerdo con la carrera armamentística nuclear y la participación de Reino Unido en ella. 

La obra fue construida con 600 neumáticos usados y era una réplica de 55 metros de los submarinos que portaban el Polaris. La colocación del submarino de neumáticos fue estratégica: no sólo parecía que emergía del río Támesis en medio de Londres sino que emergía en medio de los puentes: estos significaba que el militarismo nuclear cortaba los puentes de entendimiento y negociación entre ambas orillas o bloques. El militarismo nuclear no era visto por Mach como un recurso de presión sino como una convocatoria a la locura y la destrucción.

Los neumáticos creaban otra asociación: era un submarino hecho de ruedas, lo cual le daba un extraño dinamismo. Pero esas ruedas estaban ya usadas, eran viejas y hacían del Polaris -vanguardia de la tecnología- algo viejo y antiguo; tanto como la violencia del poder y la guerra. Los neumáticos envejecían al Polaris. Además, los neumáticos usados se entendía que estaban "muertos" y eso cargaba al Polaris con otra asociación: está hecho de cosas muertas. En este caso son ruedas pero podían ser personas, animales, grupos, países. El Polaris de caucho era una negra sombra de muerte, cargada con un arma de destrucción masiva que el escultor se atrevía a poner en medio de la metrópolis, entre los peatones. El efecto de ruedas que no giran, no se mueven, y el Polaris que navega crean una contradicción que provoca extrañeza y malestar en el espectador. En este caso, además, el espectador participaba en la obra siendo testigo y conviviendo con ella. Para el peatón que se acercaba a ella, la obra Polaris también se le asemejaba una enorme barricada que directamente se instalaba en medio de la capital para resistir contra el militarismo.

Los neumáticos eran reciclados, habían sido usados por cientos de conductores en sus vidas ordinarias. El uso de materiales desechados será una constante a partir de ese momento en la obra de Mach. En este caso, la gente podría sentir que algo suyo estaba en ese submarino. Ese material reconocible, común y cotidiano convertía el Polaris -algo lejano, submarino, oculto y difícil de comprender- en algo comprensible, cercano y visible. Es más: era algo íntimo y esa proximidad aumentaba la sensación de peligro de ese monstruo marino de cabeza nuclear. Además también expresaba que el Polaris estaba hecho con la contribución de todos, con sus impuestos. Algo se le quitaba a cada uno para construir una de las más sofisticadas y peligrosas armas del siglo. El espectador sentía la violabilidad de su intimidad por un arma nuclear ante la que no podía esconder la cabeza bajo el agua: lo que había bajo el agua estaba ahora en su calle.

La obra causó una gran polémica. Además de la protesta política pacifista, incendió el mundo cultural. La opinión pública se preguntaba si eso era arte y se reflexionó sobre los límites del mismo. Las voces críticas no lograrían parar la tendencia y el arte británico rompería varios umbrales más en el campo de la provocación y la exploración de la expresión humana.

Toda instalación es u evento, un suceso y toda la ciudad forma parte de la historia de esa obra. Pero en el caso de Polaris este principio se hizo realidad de un modo trágico. Un exaltado quiso atentar contra la obra y pretendió prenderle fuego. Lógicamente, los neumáticos hubieran creado un gran incendio. Pero en su intento, lamentablemente se prendió fuego a sí mismo. Tras sacarle envuelto en llamas y con graves quemaduras, finalmente falleció en el hospital en que fue internado. Se convirtió en una brutal metáfora que completaba trágicamente la obra -y la convertía en un paradigma de la disciplina de las instalaciones- ya que aquellos que apostaban por el militarismo nuclear parecía que no sólo eran pirómanos del mundo sino que eran suicidas.

En 2008, Mach reconstruyó su obra "Polaris" en Haarlem, Holanda.

Referencias
-          Web personal. www.davidmach.com

-           Cork, Richard (2003) New Spirit, new sculpture, new money. Art in the 1980s. New Haven: Yale University Press.

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