Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31
Nick Cave reside
permanentemente en Chicago, desde donde se ha hecho célebre por su trabajo de
2004, Soundsuits, para el cual ha creado ropajes que nos recuerdan al mundo
nativo africano. De hecho, Cave explora las raíces de la Negritud en estas
nuevas formas de indumentaria y las pone en diálogo con la diáspora africana
del siglo 21. Las obras de Soundsuits son como si una tribu hiciera sus
vestimentas rituales con materiales actuales. Nos reviste a la gente con trajes
ensoñados, pero en realidad es como si nos desnudara mostrándonos nuestro
cuerpo cultural interior. Pone de manifiesto que entre aquellas tribus antiguas,
las tribus que actualmente sobreviven a la gran extinción de las culturas y
nosotros modernos, no hay distancia sino tan sólo modos. En 2004 lo presentó
por primera vez en el Holter Museum of Art de Helena (Montana) y en 2006
alcanzó resonancia global al exponerlos en el Chicago Cultural Center. En
Chicago la performance implicó a tres compañías de danza que interpretaron los
bailes vestidos con 120 trajes diferentes.
Cave
relata que la primera idea que dio origen a su proyecto artístico se remonta a 1991,
cuando estaba reflexionando sobre los dramáticos sucesos que desataron en Los
Ángeles una revuelta popular provocada por la difusión de una grabación en la
que la policía se ensañaba golpeando injustificadamente a un afroamericano
llamado Rodney King. Esto conectaba con las propias experiencias de la infancia
de Cave, en la que tantas veces sintió el deseo de esconderse. Su familiaridad
con la costura le facilitaba disfrazarse con imaginativas formas que le
permitían adoptar otra personalidad que ocultaba quién era y hacía misterioso
quién podría ser. Mientras Cave pensaba sobre esto, tenía una ramita en las
manos y se le ocurrió que si Rodney King estuviera disfrazado no se sabría su
color de piel y, por tanto, ese racismo desaparecería. Un simple traje, no muy
complicado, sería suficiente para hacer invisible la raza a los ojos de quienes
le dan tanta importancia. Disfrazarse con cualquier cosa como –y entonces se
dio cuenta de la rama que movía- por ejemplo una ramita como la que tenía entre
sus manos. Pensó que se podría cubrir de ramitas y formar con ellas una gran
capa pluvial como las que antaño llevaba el mundo agrario. Con esa idea
bullendo en su cabeza, creó su primer traje, una gran capa de ramitas. Al
probarlo y moverse, las ramitas crujían difundiendo un sonido atávico, primario
y de ahí nació el término “soundsuit”, traje que suena. Era un modo de protesta
y de hacer elevar desde las raíces, desde lo más primario y simple, una
protesta. Para que haya sonido hay que moverse” y Cave trataba de generar el
suficiente movimiento como para que el ruido de la igualdad llegara a las
conciencias.
Cuando
Nick Cave relata el origen de esta línea creativa Soundsuits (consultar el
anterior comentario al respecto), revela que la primera clave para comprender
su arte vestimental es el disfraz. Cave recrea la filosofía carnavalesca del
disfraz y el colorido dispuesto a excitar la vista, la carne y a crear un
cuerpo social donde no se distinguen límites ni las identidades convencionales.
Y lo hace trayendo a su estudio tejedor las figuras ancestrales, para afirmar
que todos los hombres somos iguales en nuestra afiliación a un pasado único
común, donde los disfraces no diferenciaban sino que todos formaban parte de un
sistema unitario que no hacían sino celebrar, advertir, narrar y redimir una
única condición humana. Hay algo de Carnaval, pero no principalmente: es una
propuesta más global y humanista.
Cave
busca sus disfraces en los desechos, en lo residual, marginal y clasificado
como inútil o estigmatizado por su estética obsoleta. Y con ellos compone ese
sistema de figuras rituales, quizás indicando que también ese patrimonio
indígena de la humanidad está en los márgenes de la Historia, es objeto de
anticuario, realidad en peligro de extinción. Hay una reivindicación de los
orígenes y de lo nativo en su obra. En efecto, no son disfraces cualquiera ni
sus vestimentas violan los cánones sino que son una reivindicación del
patrimonio universal. Su obra, lejos de ser una apología de la divergencia es
una propuesta universalista.
En
la concepción de Cave, es importante que “las categorías sexo, raza o clase se
esconden dentro del traje” y el sujeto debe ser comprendido desde su condición
de humano. También hay diferencia: su función, su danza, su traje, su vida. Los
trajes de Cave hablan del oficio de cada cual, de su vida, de su trayectoria,
de su vocación. En una entrevista
(http://beautifuldecay.com/2009/01/12/nick-cave/) realizada en enero de 2009,
declara que sus creaciones son “como una armadura que protege tu identidad,
permitiéndote esconderte de tu exterior”. En efecto, Cave defiende la identidad
de cada cual en un doble movimiento: la esconde tras un traje ritual y la
re-presenta en la escena pública desprovista de los rasgos de clasificación
política y revestida de singularidad y a la vez función pública –tal pública
como la del chamán, el sacerdote, el loco, el mito en la tribu-.
Su
intervención artística recoge la tradición y la recrea. Cave dedica mucho
tiempo a la investigación etnográfica, tal como lo explica: “Parto de una base
formada por la performance y la pasión por el textil. Empleo un montón de
tiempo estudiando los trajes africanos y haitianos. Los museos de Historia
Natural son también una inspiración. Examino los objetos y su funcionalidad en
comparación con su arte, viendo la dualidad en ambos. El papel de mi trabajo es
navegar entre sendos mundos de la función y el arte”. También investiga en las
tiendas de segunda mano, en los mercadillos de objetos desechados, en espacios
de reciclaje buscando texturas e iconos seriados. Redime esos objetos como
redime los ritos de esta tribu olvidada, extinguida o escondida que forman
todas las figuras de su obra. Y no los salva haciendo historicismo –como Yinka
Shonibare- sino actualizando creativamente la tradición, buscando los nuevos
significados que tiene en nuestra época pronunciar las palabras de origen, las
palabras de siempre. Cave dice que “cuando se saca a los objetos fuera de
contexto, puedes encontrar significados distintos” y esa investigación forma
parte de su proyecto: una nueva piel tan distinta para cada uno que no hace
sino afirmar sonoramente que todos somos igual de humanos.
Explora
fenómenos como la ceremonia, el ritual, la identidad y el mito, vinculándose a
las diversas tradiciones y referencias históricas que van desde los fetiches
africanos hasta la danza Butoh del Japón, pero su trabajo no es
restauracionista sino que más bien apunta a la hibridación, a casar lo
universal con lo local. Cree que “para hacer avanzar el mundo en la dirección
que pide cambios y adaptaciones es necesario crear nuevos híbridos”.
Su
intento de salvar las tribus perdidas –haciendo su proyecto de salvación de esa
tribu perdida que inventa- no le lleva a un mundo antiguo ni lejano sino que
las encuentra en los fondos de la propia metrópoli, conviviendo con todos
nosotros. No está escondida sino que quizás está bajo la identidad
estandarizadora con que la sociedad fácilmente estigmatiza a la gente común. Es
una dinámica interesante la de Cave: desnuda y reviste a la vez. Desnuda del
prejuicio escondiendo las apariencias –raza, sexo, edad- y reviste de un traje
–pesado, recargado, sobreactuado- que permite que emerja la singularidad real
de cada uno. A través de lo ritual, que ha sido asociado a lo estructural, a la
abolición de lo individual para disolverlo en lo colectivo, pero que Cave mira
como fenómeno de lo universal y único a la vez.
Su
obra, de hecho, no nos dirige a culturas atávicas o exóticas sino a la propia
comunidad y barrio. Cave desarrolla su trabajo “junto con un proyecto
comunitario, compañías de danza y realizando actividades con colegios públicos.
Ahí es donde me veo como un humanista que usa su arte como un medio para el
cambio.” De ahí que la representación de lo que él llama “trajes ceremoniales”
no se produzca principalmente en museos o galerías sino que se hace mediante
performances, intervenciones que transforman un espacio convirtiéndolo en un
nuevo mundo imaginario, alterado. Por ello con lo que él denomina “invasiones”
busca la sorpresa haciéndose presente sin aviso en espacios públicos donde crea
extrañeza, como si estuviéramos siendo “invadidos” por una tribu imposible que
pide que hagamos de la ciudadela de nuestra conciencia ciudad abierta.
Comienzan generando esos cambios en la propia persona que los viste. Esos
mismos trajes ceremoniales “crean –en su experiencia- un mundo propio cuando te
los pones”. Cave confiesa que la clave que explica esta línea de su obra es “la
voluntad de desplazarse y entregarse a otro modo de ser, otro modo de existir y
conciencia”.
De esta colección forman parte trajes como Soundsuit #1 o Flower Soundsuit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario