sábado, 2 de abril de 2016

Sillas en el agua, de Monica Denevan

Fernando Vidal
Twitter @fervidal31


Denevan, Monica (2010) Elder. Fotografía. Birmania. http://www.monicadenevan.com/

En su tercera serie de fotografías birmanas “The Songs of the River”, Monica Denevan capta a personas que están sentadas o de pie en altas sillas sobre el agua. Parece que la propia silla sólo se apoya en la superficie del agua, como si ésta fuese una lámina dura. Pero el tacto de silla y agua no es material, aquélla está suspendida sobre el agua igual que el joven está suspendido sentado en la silla. Esas banquetas sobre el agua me produjeron una intrigante extrañeza en cuanto las vi fotografiadas por la mirada espiritual de Denevan. Al comienzo no sabía qué significado o emoción había suscitado en mí. Era ponerse por encima del agua para mirarla mejor. A veces esas sillas de patas largas aparecían solas en la tierra inundada y toda la superficie de agua parecía estar sentada a sus pies.

Una silla en medio del agua hace que toda ésta se convierta en pantalla, pizarra para que los niños escriban con sus tizas… En esta fotografía, el joven no mira el agua sino al mayor que está en pie sobre uno de los troncos quebrados del árbol seco. Los troncos salen del agua con la fuerza de los colmillos de elefantes que ya duermen el sueño de los limos. A su modo, el mayor también está sobre una silla, con cuatro patas también pero sin banco donde sentarse. Más bien es una enorme silla hundida sobre la que se yergue vencedor o intrigado el hombre. El joven le mira. No se siente seguro en su silla, se agarra a la tabla con la mano izquierda. Tampoco el hombre mayor se siente seguro y con su mano izquierda necesita sentir el tacto de la madera muerta, seca, vacía del tronco ahogado. Quizás están vigilándose, a punto de dar un salto uno y otro. Quizás son dos aves, rapaz y presa, que están calculando su reacción. O puede que uno y otro estén afirmando algo: uno confirma con su mano la confianza en al tronco vencido y el joven afirma su fe en la silla victoriosa.

Se encuentran dos instantáneas de distintos tiempos: el tiempo de la naturaleza y el tiempo de la técnica. En uno, el hombre se adueña de la naturaleza como quien domina una silla tumbada al revés; en el otro, el hombre se eleva sobre el asombro de la naturaleza con la técnica no para controlarla sino para admirarla todavía más.

Las sillas en el agua de Monica Denevan nos hablan de la generosa hospitalidad de la naturaleza a lo humano y cómo la más excelsa función que puede tener cualquier técnica es servir a la contemplación, alabanza, conciencia y celebración

Pero le di una vuelta más al meditar esta fotografía. Me pareció que la expresión “mayor” no se refería a las personas que la protagonizan sino al árbol respecto a la silla. El árbol es el mayor de la silla. La silla es madera extraída al árbol. El árbol muestra de cara su parentesco con la silla: cuatro enormes patas sumergidas y la pequeña silla se ha venido al lado de la elefanta herida a rememorar su origen. Ambos, el mayor y el menor, sirven al hombre para erguirse en el mundo y contemplar el agua.


Todos, hombres y maderas, están suspendidos sobre el agua. Pero es que una silla en medio del espejo que forma la lámina de agua, hace que todo el pantanal esté suspendido del extremo de sus patas, como si no se cayera gracias a estar pegado a la punta de esa silla. Al final, la conciencia tiene suspendida de sus yemas a todo el universo.

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