Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31
Esta
foto tomada en 2011 durante la ocupación de Wall Street fue publicada en la
portada de la revista alternativa Adbusters (http://www.adbusters.org/) el 18
de julio de 2011. Detrás, un fondo de manifestantes difuminado por las bombas
lacrimógenas de la policía que trata de impedir que tomen la capital bursátil
del mundo, Wall Street, epicentro de la crisis financiera que sufre el planeta
y principal corte del capitalismo.
El
toro de Wall Street simboliza la furia y ceguera de los mercados. Sobre él -sobre
todo capitalismo-, la grácil figura de la belleza. La belleza de la frágil
condición humana -aquélla en la que lo eterno no es fuerte poder sino delicado
amor- reina sobre todo el mural de violencia. Es la epifanía de un ángel o de
una virgen en medio de la batalla muestra en silencio la evidencia de la paz.
"Todo el poder de vuestra violencia no podrá nada frente a la eternidad de
la belleza", parece decir como una frase de la Biblia. Posiblemente lo
mismo dijeron todos los ángeles, vírgenes y santos aparecidos entre el humo de
tantas guerras pero nadie les entendió -excepto quizás los soldados de Agamenón
que se detuvieron contemplativos como ciervos en el asalto a Troya mientras su
propio general les amenazaba de muerte por deserción-. A partir de esta imagen
de Adbusters se podría reinterpretar la leyenda de La Bella y la Bestia.
La
belleza de la justicia, la belleza de la verdad, la justicia de la belleza, la
verdad de la belleza, la belleza del bien, el bien de la belleza. Ninguna
revolución es real sino transforma lo cultural. Luchemos por la revolución
cultural de la justicia.
Vivir
contemplativamente es conocer amorosamente la belleza de todas las cosas; es
vivir poéticamente: escuchar el poema interior que vive en todo y que siempre
es de alguien para alguien. Ser, como dijo el padre Pedro Arrupe,
"contemplativos en la acción" es vivir pronunciando el poema interior
de los acontecimientos en que uno participa.
La
Bailarina y el Toro, The Dancer & the
Bull, es una imagen que no deja de inspirarme, como a los soldados de
Agamenón convertidos en ciervos en medio de la batalla de Troya, la madre de
todas las guerras.
¿Cuál
es nuestra principal demanda? La belleza; la belleza que verifica la verdad y
delata la mentira; discierne lo bueno de la perfidia; nos guía como antorcha en
la negrura de la noche para no perdernos en feas fantasías cuando vamos a la
búsqueda de la justicia.
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