Fernando Vidal
Twitter @fervidal31
En esta
fotografía, Monica Denevan muestra
poderosa y delicadamente su idea de suspensión. Evoca muchas cosas, pero
también que el hombre es el péndulo del universo. No es la medida de todas las
cosas sino la conciencia de todas las cosas. No todas las cosas están a sus
pies sino que todo el universo late con él, siente pasión por su vida, su
itinerario, sus decisiones, sus celebraciones, sus gozos y sus pozos. El hombre
es el péndulo que introduce el tiempo en el Universo. Está colgado de la rama
del árbol pero podía estarlo del cénit de la clave de la bóveda celeste. El
hombre no es un`péndulo regular, como no lo es tampoco el tiempo que nos
empeñamos en cuadricular en segundos, minutos, años y siglos. El tiempo no es
regular sino intensivo, tiene aceleraciones, dilataciones, saltos cualitativos,
discontinuidades, retornos, ciclos y comuniones. El tiempo nunca se repite
igual que el hombre que se balancea nunca pasa igual por el mismo sitio, no hay
un eterno retorno pero el tiempo sí que es un retorno a lo eterno, la
celebración de un origen en el camino al horizonte de destino.
El árbol
se alza como mano desde el mar agitado elevando al hombre por encima de la
superficie, permitiéndole trazar sus juegos y sueños. ¿No es la vida una danza?
El hombre se sabe parte del mar, de allí salió algo que estaba en su origen.
Pero sube al cielo un palmo por encima de la superficie, suspendido por una
cuerda en la mano paternal de la divinidad.
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