@fervidal31
Fernando Vidal (2013) Homenaje a El Roto. Collage.
El
Roto es uno de los principales intelectuales españoles, principalmente por la
profundidad de su análisis social, expresado en imágenes y en sentencias. En
esta composición hemos recogido muchas de ellas formando un único escenario. En
una gran explanada se ve el fondo de una gran ciudad dividida por un muro.
A
la izquierda de la imagen están enormes chimeneas nucleares (sobre el humo, una
sentencia sarcástica: "El desarrollo sostenible de lo insostenible, ¡qué
gran programa"), seguidas de edificios bajos y una torre de
comunicaciones. Detrás de ellos se extiende una gran favela de chabolas sobre
las que hay una denominación: esa villa miseria es la "Obra Social del
Fondo Monetario del Banco Mundial". Al lado, un rascacielos junto al que
unos poderosos refugiados en los más altos apartamentos dicen, "Cuanto más
alto estemos, más tardaremos en caer".
Más
chabolas yacen bajo el alto edificio y sobre ellas una imagen del infierno en
la que un diablo lleva el tridente, que dice "El infierno es una fuente
inagotable de energía". Desde el suburbio de pobreza dicen: "Sólo
existimos cuando nos televisan". La parte de ciudad de la izquierda está
formada por tres rascacielos de una city metropolitana. Dos frases salen de la
actividad de esa city. El Roto pone en boca del dinero personificado una
llamada: "¡Dinero llama a dinero, cambio!". y al otro lado el dinero
contesta, "Dinero, te recibo, cambio". Toda la comunicación no es
entre personas sino entre dinero y dinero. Sobre ese coloquio, una frase
lapidaria: "Antes de empujar todos en la misma dirección, convendría saber
hacia dónde vamos".
Frente
a esos rascacielos del capitalismo hay una gran faz amordazada. Bajo ella, un
hombre de traje oscuro parece estar transmitiendo algún hecho ante una
televisión, con un papel en la mano. cerca de él, un poste con altavoces. Una
frase dice, "La gente está empezando a hacer preguntas, ¡sube el volumen
del miedo!". Ese poste de altavoces es la esquina de un largo muro que
separa ua enorme explanada con múltiples
personajes típicos de El Roto. En primer plano a la izquierda un hombre al que
le han bajado los pantalones y semidesnudo. Bajo él, una hormiga gigante
reclama, "¡No somos hormigas!".
Al
otro lado, en primer plano a la izquierda un hombre de espaldas es dibujado
como una imagen de ganado en la que se distinguen las partes comestibles por
sus términos carniceros. De igual modo, el hombre es devorado por el sistema y
se diferencian sus partes rosadas: morcillo, pierna, aguja, codillo,
paletilla..."
Frente
a él, un hombre de gabardina y sombrero le ve y le dice (proceden de dos
ilustraciones diferentes), "Se ruega a la población inmigrante que vuelva
a sus países de origen hasta que se les necesite de nuevo".
A
la izquierda del todo, unas personas han sido colgadas y quemadas sobre una
enorme hoguera inquisitorial. Sobre ellos una segunda gran faz mira con la boca
abierta a la primera. Entre ambas parece que la ciudad entera sale de sus
bocas. Esta segunda faz de boca abierta tiene sesgado el cráneo y de él sale el
mismo humo que emiten las chimeneas nucleares.
Un
hombre con indumentaria de clase baja salta del muro sobre una mujer que barre
en zapatillas y un hombre-anuncio que hablan. Ella simplemente dice “Y se forma
un muro”, de espaldas al mismo. En el cartel que el hombre lleva colgando de
los hombros está escrito: “Apadrine un banco”. Dos personas sin hogar se
encuentran bajo ellos dormitando. Uno dice al otro, “En mi clase nos han
quitado la educación urbana y nos han puesto especulación urbanística”. El otro
contesta como un niño estudiante, “¡Qué suerte, eso está chupado!”.
Tras
ellos, varias figuras de El Roto, sin palabras. Un hombre porta dos bolsas de
basura, unos payasos diabólicos cavan una tumba. Un demonio pasea por la
ciudad. En medio de ellos, un trabajador sobre una gran roca levanta una
bandera que no responde a ninguna nación conocida sino que es una mariposa,
única nota de color en toda la ciudad. La ciudad de El Roto reúne los males de
nuestra éopca. Es un espejo de lo que sufrimos pero podríamos liberar.
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