Fernando Vidal
Twitter @fervidal31
Mach, David (2011) Crucifixion. Escultura con ganchos de percha. Colección Precious Light. www.davidmach.com
Una de las esculturas
emblemáticas del artista escocés David Mach es la Crucifixión realizada en 2011
para su exposición Precious Light, con motivo del 400º aniversario de la
publicación de la Biblia del Rey Jacobo. Sensacionalismo, espectacularidad,
bizarrismo y populismo son palabras asociadas a esta obra y a ninguna renuncia
Mach, quien sobre todo quiere llegar a la conciencia de la gente que nunca iría
a una exposición de arte.
La Crucifixión de Mach
comienza por la sensación gore de horror con que impacta en quien la contempla.
Una explicación añadida le permitirá saber que las agujas están realizadas con
perchas en desuso que fueron recicladas para componer esta obra. Nada formal
delataría tal origen pero sabiéndolo se abren otros alcances.
El Cristo está desprovisto de
las características convencionales de la imagen de Cristo: no hay barbas ni
melena, no hay INRI ni la mansa entrega del Cordero. Por el contrario, es un
crucificado en rebeldía que pone en garra sus manos del dolor clavado. El tema
objetivo es la tortura. Quizás las crucifixiones tradicionalmente representadas
liberan el acto de la violencia que se desata contra el condenado y Mach quiere
mostrarnos lo que primariamente es la crucifixión: una torturante ejecución
pública. El carácter público lo consigue atrayendo la atención: no pasa
desapercibida, queda clavada en la retina. Aunque uno retire la mirada y encoja
el estómago, la imagen queda colgada en el interior por la percha del
sensacionalismo. Es un salvajismo y expresionismo bizarro que caracteriza a
algunos escultores de su generación como el italiano Maurizio Cattelan, Damien
Hirst u otros miembros de los Young British Artists -o Britart- surgidos del
Goldsmith College of Art del Londres de
los 1990s.
La escultura de Mach se impone
al espectador por su violencia y la épica rebeldía con que el crucificado grita
su sufrimiento. “Quise que esta escultura fuera dramática. Es una escena épica
y violenta. Convertí en barras los ganchos de las perchas para reflejar eso y para mí capturan la agonía del
momento”, declaró Mach (Chester Cathedral, 2016). Todo el cuerpo del
crucificado se encuentra cubierto de decenas de ganchos y la primera impresión
es que la corona de espinas no está rodeando la cabeza sino todo el cuerpo.
Todo el cuerpo de este crucificado se ha convertido en un cuerpo de espinas. Es
un paroxismo de las espinas, una brutal recepción del signo de las espinas en
la crucifixión de Cristo.
El crucificado se convierte en
un erizo en el que por cada poro es torturado. Forma un aurea metálica terrible
que puede ser vista también como una onda expansiva del dolor que atraviesa.
Son perchas y el crucificado no parece sólo colgado de la cruz sino de
invisibles barras tensas ante él. Pero al ser perchas tampoco puede dejar de
señalarse que el Cristo parece colgado de una gran percha que es el travesaño
horizontal, como un traje olvidado al fondo del armario. De algún modo también
es una verja erizada que retiene al crucificado enjaulado.
El grito se oye. La estatua es
muda pero el alarido no deja de escucharse y lo hace por esa proyección de
ganchos hacia los que le miren desde cualquier posición. Desde cualquier sitio,
esta crucifixión es una herida sangrante de la humanidad. Nada ha quedado por
herir. Son clavos que le sujetan desde toda dirección ya no sólo a las vigas de
la cruz sino al aire, al mundo mismo. Los clavos parece que estén incluso hacia
dentro de su carne golpeado desde todos lados. Los ganchos han sido estirados,
no queda señal de la antigua forma en garfio: igual que el cuerpo del
crucificado se estira, parece que cada gancho expresara el paroxismo de quien
extrema su cuerpo. Son materia llevada a su extremo. Expresan la impotencia de
no llegar más allá: el cuerpo trata de moverse, de expandirse, de liberarse, de
salir de la cruz pero igual que el gancho estirado, no llega a más. Violencia
quieta. Pese a su patético dinamismo, está detenida: la violencia no necesita
el golpe para impactar, le basta el instante.
El crucificado está pintado
con un tono metalizado: se le ha manipulado, endurecido, paralizado, esmaltado.
Es un congelamiento metálico, fosilización acerada. El dolor aún vivo del
hombre ha sido esculturizado y parece que Mach critique esa esculturización tan
repetida que ha perdido el escándalo que supone. La estatua impone el dolor y
antes que la compasión primariamente al miedo: el hombre sufriente es amenaza
porque nosotros mismos le crucificamos. Se alegan razones pero ese hombre
espinado se sale fuera de razones, es desmedidamente irracional, inaceptable por
su excesivo dolor. Este Cristo pincha. Es una lluvia metálica que no cesa de
manar.
Terrible crucificado que deja
a todos incómodo, no permite una meditación confortable sino que obliga a la
reacción y quizás la acción.
Lea el estudio que hemos escrito sobre Gólgota, la obra mayor de David Mach, compañera de esta otra obra: http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/golgota-de-david-mach.html
Otros comentarios sobre obras de David Mach:
http://fervidal31.blogspot.com.es/2016/04/el-cielo-de-david-mach.html
Referencias
- Website personal. www.davidmach.com
- Chester Cathedral (2016) David Mach Ra. Chester Cathedral (March 2016). https://chestercathedral.com/david-mach/
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