Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31
Gauld, Tom (2011) Goliath. Drawn and Quarterly Books,
Montreal.
Novela
gráfica de Tom Gauld, cartoonist de The Guardian Newspaper (www.tomgauld.com).
Iba por una tienda de comics en Boston buscando algo que me sorprendiera y me
paré ante este libro en donde ponía en la portada en letras capitales: GOLIATH.
Lo confieso, lo primero que pensé: esto es realmente difícil de verlo en los
escaparates de España. El comic-book es lo que el título anuncia sin
concesiones: una reflexión sobre Goliat.
El
dibujo: minimalista. Hace que sea el matiz quien hable. Hace que sea una
pequeña línea en medio de la cara la que lo diga todo. Como un cuadro de
Fontana en el que en medio del todo una pequeña raya abre un mundo.
Minimalismo: la apoteosis del matiz.
En
la portada nos encontramos a Goliat en una actitud que veremos repetida a lo
largo de la obra: espera. ¿Espera a que abramos el libro y comencemos a leer?
Hagámoslo: encontrémonos con él.
Comenzamos
en el campamento nocturno de los filisteos. Un hombre muy grande, Goliat,
escribe al aire libre sentado ante una pequeña mesa. Escriba en medio de la
noche, el cansancio le hace sentir sed. Baja al río a llenar su vaso vacío y
distingue en el lecho un canto rodado que toma en su mano. Los movimientos de
las viñetas son lentos. Nos conduce a que fijemos el foco en la persona. Para
nuestra velocidad e lectura. A veces me da rabia la rapidez con que, en cuanto
me distraigo, salto de viñeta en viñeta como el espantapájaros corre sobre las
baldosas amarillas. Tom Gauld nos ralentiza. Es una novela parsimoniosa.
La
noche está dibujada con múltiples líneas entrecruzadas que forman una tupida
malla en la que los puntos no cubiertos se convierten en estrellas. Goliat no
sabe qué significa ese canto rodado en su palma. Se ha encontrado con él, lo ha
escogido, lo tiene en su mano pero no sabe qué significa. La novela, como bien
sabemos, termina con un canto rodado también. Y Goliat morirá sin saber tampoco
qué significaba.
Ésa
es la tesis del cómic: Goliat es llevado a la muerte como un cordero. Fue
empujado como oso matador pero él era cordero sacrificado. Es la historia de un
cordero de dos metros de alto al que todos manejan, llevado al matadero. Los
israelitas no van a vencer a un gigantesco matador sino que están ante un inocente
cordero que han de sacrificar para la salvación del pueblo. El minimalismo del
estilo enfatiza esa inocencia. Goliat se parece a la Teología del Cordero de
Denise Levertov: sin rasgos heroicos, con todas las características de los
tontos corderos, que no parecen merecer ni la heroicización de la víctima
inocente.
El
Goliat de Gauld nos pone al otro lado de la ribera desde la que solemos
escuchar este relato. Abandonado durante cuarenta días -un éxodo tras el que
llega a sentirse en tierra de nadie- finalmente cuando la niebla se disipa se
encuentra con el niño que lanzará contra su frente una piedra tan simple como
el propio Goliat. Precisamente durante la narración se nos muestra a Goliat
asentado solitario –casi ermitaño en su desierto- en un roquedo gigante. Goliat
es ese roquedo. Es piedra. Ideas cortas. Frases sencillas. Toda la historia es
un pálido reflejo en una página en blanco, un leve estremecimiento en la línea
telefónica que es el horizonte y que da tono al coloquio entre el mañana y la eternidad.
El
libro me ha gustado. Apto para todos los públicos y especialmente para aquellos
que otean el mundo de la cultura esperando voces nuevas que como una pequeña
piedra en una honda nos lleven unos metros más allá de donde estábamos ayer-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario