viernes, 1 de abril de 2016

El Goliath de Tom Gauld

Fernando Vidal
Twitter: @fervidal31



Gauld, Tom (2011) Goliath. Drawn and Quarterly Books, Montreal.

Novela gráfica de Tom Gauld, cartoonist de The Guardian Newspaper (www.tomgauld.com). Iba por una tienda de comics en Boston buscando algo que me sorprendiera y me paré ante este libro en donde ponía en la portada en letras capitales: GOLIATH. Lo confieso, lo primero que pensé: esto es realmente difícil de verlo en los escaparates de España. El comic-book es lo que el título anuncia sin concesiones: una reflexión sobre Goliat.

El dibujo: minimalista. Hace que sea el matiz quien hable. Hace que sea una pequeña línea en medio de la cara la que lo diga todo. Como un cuadro de Fontana en el que en medio del todo una pequeña raya abre un mundo. Minimalismo: la apoteosis del matiz.

En la portada nos encontramos a Goliat en una actitud que veremos repetida a lo largo de la obra: espera. ¿Espera a que abramos el libro y comencemos a leer? Hagámoslo: encontrémonos con él.

Comenzamos en el campamento nocturno de los filisteos. Un hombre muy grande, Goliat, escribe al aire libre sentado ante una pequeña mesa. Escriba en medio de la noche, el cansancio le hace sentir sed. Baja al río a llenar su vaso vacío y distingue en el lecho un canto rodado que toma en su mano. Los movimientos de las viñetas son lentos. Nos conduce a que fijemos el foco en la persona. Para nuestra velocidad e lectura. A veces me da rabia la rapidez con que, en cuanto me distraigo, salto de viñeta en viñeta como el espantapájaros corre sobre las baldosas amarillas. Tom Gauld nos ralentiza. Es una novela parsimoniosa.

La noche está dibujada con múltiples líneas entrecruzadas que forman una tupida malla en la que los puntos no cubiertos se convierten en estrellas. Goliat no sabe qué significa ese canto rodado en su palma. Se ha encontrado con él, lo ha escogido, lo tiene en su mano pero no sabe qué significa. La novela, como bien sabemos, termina con un canto rodado también. Y Goliat morirá sin saber tampoco qué significaba.

Ésa es la tesis del cómic: Goliat es llevado a la muerte como un cordero. Fue empujado como oso matador pero él era cordero sacrificado. Es la historia de un cordero de dos metros de alto al que todos manejan, llevado al matadero. Los israelitas no van a vencer a un gigantesco matador sino que están ante un inocente cordero que han de sacrificar para la salvación del pueblo. El minimalismo del estilo enfatiza esa inocencia. Goliat se parece a la Teología del Cordero de Denise Levertov: sin rasgos heroicos, con todas las características de los tontos corderos, que no parecen merecer ni la heroicización de la víctima inocente.

El Goliat de Gauld nos pone al otro lado de la ribera desde la que solemos escuchar este relato. Abandonado durante cuarenta días -un éxodo tras el que llega a sentirse en tierra de nadie- finalmente cuando la niebla se disipa se encuentra con el niño que lanzará contra su frente una piedra tan simple como el propio Goliat. Precisamente durante la narración se nos muestra a Goliat asentado solitario –casi ermitaño en su desierto- en un roquedo gigante. Goliat es ese roquedo. Es piedra. Ideas cortas. Frases sencillas. Toda la historia es un pálido reflejo en una página en blanco, un leve estremecimiento en la línea telefónica que es el horizonte y que da tono al coloquio entre el mañana y la eternidad.


El libro me ha gustado. Apto para todos los públicos y especialmente para aquellos que otean el mundo de la cultura esperando voces nuevas que como una pequeña piedra en una honda nos lleven unos metros más allá de donde estábamos ayer-. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario