Fernando Vidal
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Mach, David (2011) Dublin Hell. Collage. Collection
Precious Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Paris Hell. Collage. Collection Precious
Light. www.davidmach.com
Mach, David (2011) Disneyland Hell. Collage. Collection
Precious Light. www.davidmach.com
La colección Precious Light del artista David Mach aborda el apocalipsis de juicio, cielo e infierno. Si el cielo de
David Mach está dentro del tiempo y de cada estación, cuando piensa el infierno
ve que se hace presente en muchos lugares de nuestro planeta. Mach reconoce los
lugares de infierno en cada lugar. Al tratar el cielo lo comprendía como
plenitud de la materia y desde el interior de la experiencia de tiempo. El
infierno lo muestra en tres círculos que significan la plenitud de los tiempos
o la atemporalidad, igual que había usado un círculo cuando abordó la Creación
en su obra Adán y Eva. En la primera composición Dublin se convierte en un
escenario infernal. El lugar de la segunda visión del infierno es París y la
tercera sucede en Disneyland.
La primera visión infernal
tiene lugar en el conocido Ha’penny Bridge de Dublin. Sobrevolado por
siniestros cuervos bajo un cielo crepuscular que indica fin de tiempos, un
gentío se encuentra sobre dicho puente y en las orillas del río Liffey que
atraviesa. La escena presenta un río Liffey casi desbordado por una violenta
traída. Numerosas urnas funerarias de loza blanca flotan en el agua y parece
que a ellas quieren sujetarse un gran número de gente que bracea desesperado en
la riada que les arrastra. En el primer
plano, algunas de ellas buscan agarrarse a una tumba que entera con su lápida
flota en el agua. Los muertos parecen emerger a la vez que los vivos parecen
destinados a ahogarse. Mucha más gente está cayendo al agua. En un lateral del
río, un grupo de monjas enfermeras están entregando a las aguas lo que parece
el cuerpo de un niño. Junto a ellas una mujer cuelga de la barandilla y alguien
tira tanto de su pie para salvarse del río que va a provocar que ambos se
ahoguen. A continuación varis personas arrojan féretros oscuros con destacadas
cruces blancas. El Liffey arrastra bajo ellos a un cuantioso grupo de personas
que tratan de no perecer. Los rostros de quienes ya están en el río son de
extremo sufrimiento: ojos cerrados, bocas desencajadas, expresiones de
paroxismo.
Pero si algo preside la
composición Dublin Hell (2011) es el puente Ha’penny. Hay una multitud sobre él
que violentamente arroja a otros al río aunque son todos los que parece que van
a acabar sumergidos en sus aguas. Las barandillas del puente se rompen. Un
hombre a la izquierda (del espectador) agoniza clavado en las barras rotas
sobre las que ha sido arrojado. Bajo él se ha caído una ametralladora que ha
quedado colgando de una de las barras vencidas.
A continuación, un hombre iracundo está arrojando un ataúd. Bajo él,
desde el puente alguien echa un niño desnudo y a su lado otros han precipitado a
una mujer en bikini. Varias personas son plasmadas en ese instante de caída
desde el puente, algunas a su vez también armadas con pistolas. Es una guerra
civil. Un niño ha arrojado al aire otro bebé desnudo para que lo devoren las
embravecidas aguas del río. Hay quien ríe, otros se desesperan pero la mayoría
participa en echar a los demás al abismo. Al comienzo del puente se da el mismo
tipo de escenas: un gentío se precipita de espaldas a las aguas ante los
empujes de sus convecinos.
Del río se eleva fuego y humo
como si la lava estuviera entrando en contacto con las aguas, lo que muestra
las entrañas del infierno que se va abrir bajo todos. Finalmente, una
enigmática fémina en primer plano está en pie sobre una tumba, mueve rápidamente
su cabellera de modo que salpica elegantemente una curva de agua y levanta la
mano triunfante. Puede ser una figura demoníaca que celebra el triunfo de la
muerte. Los ataúdes parecen antiguos y nos recuerdan las visiones flamencas
sobre el juicio final.
El puente simboliza la unión
de dos partes, la comunicación, la facilidad. Es un elemento temporal y en
cierto modo frágil –se siente inquietud al cruzar un puente- que salva el río,
que es más permanente y que permite que se le cruce. En este cuadro ha llegado
el momento en que los puentes ya no cruzan, se ha roto literalmente el puente
entre orillas y personas. Unos se vuelven contra los otros u apocalípticamente
todo se está decidiendo entre vida y muerte. La población está enfebrecida de
odio y s cometen las mayores brutalidades –el niño arrojando desde lo alto a
las aguas a un bebé que probablemente es su hermano-. Mach nos habla de un
mundo violento en el que unos arrojan a los otros pero es violencia provoca una
espiral en la que finalmente es probable que nadie quede sobre el puente. El
primer infierno de Mach es la destrucción de los puentes y el puente de la vida
sobre la muerte.
Paris Hell (2011) es la
segunda visión del infierno que hace David Mach en su colección Precious Light,
para ilustrar la Biblia del Rey Jacobo por su 400º aniversario. Arde París bajo
un cielo de nuevo crepuscular que indica el fin de los tiempos o al menos el
fin de un tiempo. El cuadro circular nos sitúa bajo la Torre Eiffel, la cual
también está siendo devorada por las llamas y está parcialmente derrumbándose.
Bajo ella discurre parte del río Sena muy disminuido y convertido en un líquido
sanguinolento que nos da noticia de la masacre en que se ha convertido la carne
de la ciudad. En el río toman un baño dos personas: una se echa la sangre por a
la cara y la otra persona, una mujer asiática, parece que lee el periódico o
sostiene un objeto grande entre sus manos. EN una orilla dos mujeres son
sodomizadas violentamente por dos varones: ellas gritan desesperadas y sus ropas
han sido desgarradas. Cerca de ellas juega un niño y un hombre habla con
indiferencia por teléfono móvil. Esos sujetos despreocupados ante enormes
tragedias son frecuentes en los cuadros apocalípticos de Mach –como es el caso
de las plagas-. Una mujer aborigen australiana espera sentada y un hombre de
abrigo negro parece negociar con una joven india. Más a lo lejos se repiten
otras violaciones mientras un hombre baña plácido sus piernas en la sangre.
Tras todo este numeroso grupo hay altas llamas que queman vegetación y dos de
las patas de la Torre Eiffel.
En la otra orilla del Sena hay
un enorme basurero parcialmente ardiendo. Se eleva un oscuro humo. En primer
plano hay un grupo de personas. Una se está quemando a lo bonzo ante la mirada
de un niño africano desnudo. Junto a dicho niño hay el cadáver de un hombre. Y
delante de ellos, un asiático derrama un ponzoñoso liquido sobre el cuerpo
desnudo de un hombre que parece recibirlo resignado.
De nuevo, como en Dublin Hell,
hay un río y lo que lo cruza –allí el piente Ha’penny y aquí la Torre Eiffel-
está siendo destruido. El río embravecido de Dublin es, en París, un río
ensagrentado y reducido como si el propio Sena fuese a morir. También hay
violencia de unas personas contra otras: aquí especialmente resaltan esas
sodomizaciones violentas contra mujeres en una de las orillas. De nuevo Mach nos dice que dnode hay
violencia hay infierno y se destruye la civilización.
En su tercer círculo sobre el
infierno –anotemos la referencia formal a los círculos dantescos- Mach
radicaliza las contradicciones y lleva la catástrofe a Disneylandia. El centro
de Disneyland Hell (2011) lo ocupa el famoso castillo de princesas. Si vemos la
parte superior de la composición nada parece que suceda. EL cielo está cubierto
por nubes de diferentes tonalidades rosadas y numerosos globos se agitan ajenos
al viento. Pero ya en el balcón principal, bajo el reloj, a lo lejos, se ve
señales del desastre: variaos adultos están arrojando un niño al vacío, quien
no suelta su globo de Micky Mouse. Bajo ese niño, donde él va a desplomarse,
salen del castillo un grupo de encapuchados con indumentaria azul y capirote
rojo. Podrían estar haciendo una referencia al Ku-Kux-Klan –antes que
penitentes pascuales- porque ante ellos avanza un grupo de afros uno de los
cuales levanta un antorcha en señal de destrucción. Un grupo de blancos
desciendo huyendo unas escaleras. Ante ellos está la escena que el espectador
tiene más cerca de sí.
Es una lucha a muerte. En
primer plano hay un niño latinoamericano indígena que tiene una silla roja en
sus manos y nos mira llorando. Ante él, de espaldas alguien descarga un bate de
béisbol contra un hombre del Medio Oriente, a quien también otra persona le
golpea con otro bate por la espalda. Ese hombre parece que quisiera alcanzar a
una mujer árabe que yace en el suelo sobre un charco de sangre. La sangre que
hay bajo su cabeza es una flor roja. Sobre ella, medio abrazada, una mujer del
Sur de Asia llora desesperada. Parece que esa mujer ha sido víctima de los
mismos que ahora golpean al hombre –quizás su familiar-. Al lado izquierdo de
ese apaleamiento dos hombres fuerzan a una mujer para violarla. Está medio
desnuda y uno trata de abrirle las piernas. Detrás de este primer plano unas
personas que parecen monjes budistas pelean con machetes y otro hombre vestido
con ropa invernal empuña un gran rife. Una niña de bañador rojo tiene un
machete en su mano derecha con el que parece que va a sacrificar un cervatillo.
Esas escenas forman la columna central de la composición. A un lado y otro se
sucede una miríada de asesinatos sin piedad y por el suelo se extiende una gran
mancha de sangre. Varias personas se columpian colgados de los pendones con los
colores de Francia. Todo el suelo parece hielo y algunos de los cadáveres tienen
el aspecto de las focas sacrificadas por los peleteros. Que suceda en
Disneylandia expresa que “el país de los sueños” y la magia está amenazado de
convertirse en el país de las pesadillas.
En sus infiernos, Mach
denuncia la violencia global que se da y la indefensión de las víctimas. No son
casos aislados sino que parte de nuestro mundo está siendo destruido y eso es
un juicio –quizás no final- sobre el propio hombre y nuestro tiempo.
Otros comentarios sobre obras de David Mach:
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Referencias
- Website personal. www.davidmach.com
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