Fernando Vidal
Twitter @fervidal31
Jacek Yerka (2004) El Reloj anfibio.
Carboncillo.
Fácil es imaginarse que las ranas son el
reloj de la charca, que su croar tiene la puntual cadencia del segundero, que
los relojes saltan con sus agujas desde las esferas de las piedras al agua del
tiempo. Fácil es entender un reloj que va cazando con sus lenguas
puntiagudas los segundos, minutos y horas de forma de insecto volador. Es
fácil comprender que los globos oculares de las ranas sueñan con marcar
las horas de los días y las noches. Lo difícil es aceptar el reloj sea
realmente anfibio, que no esté en el universo del tiempo y a la vez tenga algo
de eterno, que desove allí y sea capaz de respirar aquí. Pero el reloj del
tiempo es anfibio, tiene la piel en el mundo y el
interior en el infinito. El tiempo no es una máquina sino una forma de
relacionarse el universo con la eternidad. No nos lo impone, no nos lo
viene a decir sino que como las ranas de la charca es una verdad tímida, que
salta en cuanto nos escucha y se confunde con el verde de la superficie. Lo
fácil es el sueño de la rana lejos y el reloj anfibio, lo difícil es ser
anfibio de la eternidad.
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